Vuce es un nombre mítico en la patria rayada. Es visto como el Quetzalcóatl que vino para explicar el mundo y que un día se fue, dejando a todos con la esperanza un regreso glorioso.
El momento del retorno ha llegado. Víctor Manuel Vucetich fue nombrado nuevo entrenador del Monterrey, en sustitución de Javier Aguirre, que hizo poco por la institución y fue echado de manera poco decorosa.
El relevo es una elocuente muestra de lo que ocurre en la Liga Mexicana de Futbol y, en general, en el balompié de todo el planeta.
A la afición hay que hechizarla con la perspectiva de un crepúsculo dorado en el horizonte, a través de una ventana de dicha permanente.
Y por supuesto que, Vuce está perfectamente consciente de ello, pues su marketing personal tiene un piso de emoción, sobre el que debe mostrarse un proyecto futbolístico mediano o largo plazo, que se prolongará dependiendo de la paciencia de la directiva y la afición.
El entrenador de apellido eslavo no es ningún estratega superdotado. La historia reseña que Napoleón Bonaparte fue un genio en el campo de batalla. Hay libros enteros que estudian sus tácticas en el frente y en la retaguardia.
Y aunque ganó, entre otras sonadas batallas, la de Austerlitz, frente a dos enemigos poderosos, como Rusia y Austria, se le recuerda por un fatídico Waterloo, que acabó con su sueño imperial.
Víctor Manuel no hará nada más que lo que le permita el grupo que dirige, como tampoco hizo nada extraordinario Pep Guardiola que en Barcelona le dio orden a un pelotón de chicos extremadamente agraciados para manejar la pelota.
La afición rayada se emociona, saliva, se excita, porque llegó un legatario de Midas, que les dio Ligas y Concas y los hizo sentir en éxtasis futbolero.
¿Qué recursos humanos tenía en ese tiempo? A Suazo, Arellano, Basanta, De Nigris y una nómina de jugadores que siguieron a la perfección el plan básico de la estrategia organizacional: sigan al líder, alineen su visión con la de él. En la medida que hagan lo que demanda el que guía, los resultados se darán.
Ahora la generación es diferente y está compuesta por jugadores que no tienen, en conjunto, tantas cualidades como aquellos.
Funes, Ortiz, Romo, Montes, Vegas, Gallardo, Pizarro, han rendido pocos resultados, como se puede ver ahora.
Aunque la cabeza de turco terminó por ser la de Aguirre, por ser el entrenador, el futbol pasa por los jugadores y un plan sin ejecución correcta no sirve de nada.
Está visto que hubo muy poco reparto de culpas en el pasado Mundial de Clubes, cuando Monterrey hizo el ridículo, al ser eliminado en la primera ronda, por un equipo suplentes en un futbol subdesarrollado.
Los jugadores, que no pudieron cumplir con la misión de meter goles y evitarlos, fallaron y salieron impunes. Ya tiene muchos años en el negocio, Vuce.
Al cliente hay que darle lo que pide. No se le deben escatimar promesas. Hay que endulzarle la oreja, prometiendo futbol vertical, goles, triunfos, festejos. Es indispensable embriagarlos con sueños de trofeos, gallardetes, campeonatos.
La gente quiere creer. Como dice la Biblia, le puedes quitar el pan, pero no la esperanza. Hace una década, cuando hizo efervescencia la fiebre por Víctor Manuel, los astros se alinearon y hubo muchas alegrías para Rayados.
Dudo que las campanas vuelvan a repicar ahora como entonces, pues el equipo esta época no ha demostrado características que muevan a suponer que se repondrán de la apoplejía que los aqueja desde hace meses.
El DT sabe que esta es su última oportunidad con el club norteño. ¿Qué tiene que perder a sus 66 años? ¿La chamba? Bah, algún día se tendrá que ir.
Por eso, desde ahora, le ha dado a los seguidores de La Pandilla motivos para estar animados. Les está dando snacks, de fuerte sabor, para que se entretengan en este inicio.
Ya se sabe que su estancia en el equipo tiene una cláusula abierta de terminación de contrato, que será útil cuando ya no sirva a los propósitos del club, porque no ascendió en la tabla de posiciones, o porque la afición es desmemoriada, y muy pronto olvidará que alguna vez lo amó y lo paseó en un andador de oro.
Y no se irá si el equipo no juega de lujo o con espectáculo. Será defenestado por motivos estadísticos, cuando el equipo no califique o no figure entre los lugares de honor, como se ha visto miles de veces, con anterioridad.