A principios de los 90, cuando el Gobierno Federal se deshizo de sus medios de comunicación estatales, Imevisión fue adquirida por Grupo Salinas, y transformada en TV Azteca.
Como jefe de Deportes continuó José Ramón Fernández que ha sido, desde mucho antes y hasta ahora, el periodista de la especialidad más crítico y combativo de la televisión mexicana.
Dos de sus alumnos más aventajados fueron David Faitelson y André Marín. Este último falleció el pasado 16 de septiembre, a los 52 años.
Los tres, en su mejor momento, lucían como periodistas combativos y hasta rijosos. Pero parece que el estilo que impusieron hace décadas, ya se salió de control, y de su legado queda un intercambio de insultos al aire y una mal entendida agresividad, como forma de un pretendido periodismo que genera rating, llama la atención, pero que agrega muy poco al debate.
Recuerdo a Marín Puig como la vanguardia de una generación de periodistas jóvenes que, desde hace 30 años, hicieron una forma nueva de presentar noticias y comentarlas en el país. Su estilo era picoso, contestatario, incómodo para los entrevistados. El buen periodismo no deja que el sujeto de la noticia se sienta a gusto dando declaraciones. Por el contrario, debe moverlo a responder lo importante que es, por lo general, lo que permanece oculto.
Y así se comportaban, con el micrófono en la mano y frente a la cámara.
Palabras más palabras menos, dijo Joserra en ocasión de un lejano aniversario de Azteca: “En la televisora, los de Deportes somos los locos, los soñadores, los prepotentes, los que incomodamos…”
Desde entonces, André formaba parte de un equipo que hizo época en las pantallas caseras mexicanas, pues no se conformaban con poner a cuadro a la figura. Le picaban las costillas y lo aguijoneaban para que diera la declaración importante.
Antes, antes de la desincorporación de las televisoras con el llamado Paquete de Medios, puesto a la venta durante el salinismo, Televisa era el rey. Sus programas deportivos eran populares, pero muy suaves. “Acción”, era el show que reinaba en las pantallas domésticas, el preferido de todos los domingos, pero no había crítica.
Su competencia era DeporTV, de Imevisión que tenía a José Ramón, Toño La Madrid, Carlos Albert, Raúl Orvañanos, Alberto Fabris del Toro, Francisco Javier González. Ahí veíamos a Roberto Gomez Junco que es el especialista en futbol de más claros argumentos, en el espacio público. André Marín estaba entre sus filas y por un tiempo fue titular del programa.
Marín luego pasó a Fox Sports y Faitelson a ESPN. Llevaron consigo las enseñanzas del veterano maestro, que les mostró el camino hacia la forma de hacer periodismo incisivo.
Marín, en Fox mantuvo una línea dura. Se le veía como mediador en el programa La Ultima Palabra México, que tiene un formato similar, con el mimo nombre, al que se difunde en otros países de América Latina con su propio cuadro de conductores, periodistas y analistas.
André era provocador, y se daba agarrones fuertes con los panelistas. Con motivo del mundial de Rusia 2018 tuvo un desagradable intercambio con el ex futbolista Alberto García Aspe, que lo tildó de estúpido. De igual nivel tuvo discusiones con Daniel Brailovsky, con el que cruzaba calificativos deleznables para su condición de figuras públicas.
Al conocer las dinámicas de los medios y las corrientes de simpatías entre los aficionados del futbol, siguió algunas inercias de José Ramón, al incrementar su base de seguidores en base a las críticas al América. En alguna ocasión el Turco Mohamed lo acusó de generar polémica gratuita al hacer señalamientos sobre las Águilas. Hablar del equipo de Televisa siempre ha llamado la atención para sus seguidores y detractores.
Ironías de la vida: al final, Marín se integró en noviembre del año pasado a TUDN, la rama deportiva de la televisora de Chapultepec. Su desempeño ahí fue discreto, aquejado ya por el padecimiento pulmonar que provocó su deceso.
De cualquier manera, Marín tuvo un paso importante por la televisión mexicana, e hizo época en el periodismo deportivo. A veces era considerado un conductor incendiario, a veces alborotador, pero la mayor parte de las veces era crítico, lo cual se agradece, en un medio pagado de aduladores.