Quienes andamos en el toro, sabemos que este lunes 22 de noviembre para arrancar la semana, ha sido un día triste para la fiesta brava del toreo no solo de México, sino del mundo taurino, al conocer muy de mañana el lamentable fallecimiento del gran subalterno potosino Beto Preciado Meléndez, allá en San Luis.
“Mi paisa de oro”, como le llamaba con todo respeto, sufrió un derrame cerebral hace 10 días en su casa y, aunque fue operado en La Beneficencia española, su cuerpo de 72 años cumplidos no resistió más este duro trance de la vida.
Beto fue un auténtico maestro y figura de los toreros de plata, los considerados ángeles guardianes de los toreros en el ruedo, pues tenía el don de la ubicación exacta y al menor indicio de peligro estaba presto con su capote en mano detrás de un burladero listo a dar la ayuda al compañero en peligro.
Era además un hombre sencillo, humilde, que sabía escuchar a todo aquel que le buscara y sabía dar su consejo.
Inició como muchos su carrera en la Cuadrilla de Niños Toreros allá por los años 60s. Compañero de andanzas de Eloy Cavazos y “El Vito”, por citar a dos con los que compartió profesionalmente el ruedo, además de Curro Rivera, Miguel Espinosa, Jorge Gutiérrez y Fermín Rivera, de esos dos últimos también como apoderado.
Apenas el viernes en la corrida nocturna de San Luis se le había recordado con el toro “Preciado” de Las Huertas y todos ahí le enviábamos nuestras mejores vibras por una pronta recuperación en su lecho de hospital.
Pero Dios ya tenía asignada esta fecha para que hiciera el viaje eterno y dejara en nosotros su recuerdo como el gran ser humano que fue, para quienes tuvimos el honor de conocerlo. Su legado será imborrable. Su nombre se escribía ya con mayúsculas en el mundo taurino entero desde siempre por haber sido una Figura de Plata entre los toreros.
Permítanme transcribir aquí las palabras que Edgar Sánchez, en su revista Sangre y Arena, publica este día.
“Mientras exista tauromaquia potosina existirá su nombre, torero de plata, hombre valiente, hombre de familia, gran amigo, pero sobre todas las cosas, gran maestro.
“En la tauromaquia, es muy difícil conseguir que el hábil enseñe al que no lo es, que el experto enseñe a quien tiene más ganas que técnica. Que el de la experiencia le muestre el camino a la juventud. Pues bien, el maestro Alberto Preciado tenía el valor, la sabiduría y los trofeos para callar a quien fuera, pero de escuchar al que quiere aprender. Siempre dispuesto, siempre cabal y generoso. Muchas gracias Maestro”.
Muy temprano me decía su hija Ana que hace 17 años había fallecido su otra hija, María Rosa, con la que ahora se reúne en la posteridad. Vaya desde aquí mi más sentido pésame a doña Concepción Terrones, a Ana y sus nietos, así como al matador Polo Preciado Meléndez.
Gracias “Mi paisa de oro” por el gusto que compartimos y más, por su amistad.
@martinbanda
Inició en los Medios deportivos en 1987. Se desempeñó como jefe de Reclutamiento y Selección de personal en una empresa privada del sector alimenticio. Ha sido director deportivo del Club de Futbol Profesional “Leones de Saltillo”. Reportero en El Diario de Monterrey (Grupo Milenio). Reportero en El Norte (Grupo Reforma) y actualmente labora como reportero y corresponsal en el portal taurino Al Toro México.