Los Rayados hicieron un buen partido, bueno a secas, para adjudicarse un punto en su enfrentamiento frente a los Pumas. Teniendo para más, se reservaron ante los posibles estragos que sintieron por la altura y el calor.
Llegaron a controlar más tiempo el balón y el terreno en algunos pasajes del duelo, mostrando mejor solvencia y criterio para dosificar esfuerzos a la hora de defender y atacar sin volcarse de lleno, pero sin dejar de mostrar las intenciones de ganar.
Lillini saltó a la cancha con lo mejor que tenía, pero aún con un discreto Álves en la cancha, se vio mejor la visita, que pudo ir soltando cartas, conforme pedía el juego. Así, saltaron de la banca Arturo Alfonso González, Montes, Celso, Vegas y Berterame para tratar de que el cuadro de Vucetich se hiciera del juego y la victoria, algo que al final no lograron.
El árbitro, con la complicidad de la TV y el VAR se confabularon para escamotearle dos penales clarísimos a Rayados: uno por una mano y otro por un empujón sobre la espalda de Gallardo.
Algo que el televidente podría tener como duda sería si en el VAR están viendo la transmisión de la televisora a la que le paga el equipo local, de ser así, la manipulación de las tomas y los ángulos de las mismas es evidente, porque impide a los referees sacar una conclusión justa en ciertas jugadas como ocurrió en este partido en perjuicio del cuadro norteño y en beneficio del cuadro capitalino.
Un vicio que, de verlo cada semana, se ha vuelto algo natural ya, parte del paisaje.
Nada nuevo.