Las hazañas deportivas suelen fungir como una gran metáfora de la vida.
No pocos conferencistas utilizan anécdotas surgidas en el deporte para sembrar valores entre sus oyentes.
La hazaña del Atlas, coronado en la Liga 70 años después, y el título del Cruz Azul este mismo año, que puso fin a una larga cadena de tragedias, nos recuerdan algo muy importante:
Cada vez que alguien, de manera individual o en grupo, logra algo que parecía inalcanzable, que rompe un viejo y doloroso patrón familiar o personal, derrota un vicio o aprende algo que le parecía imposible de llevar a cabo, es un triunfo de la humanidad.
Un triunfo de la humanidad porque de alguna manera ese triunfo nos representa a cada uno de nosotros. Todos los seres humanos, sin excepción, poseemos batallas, a veces silenciosas, sobre patrones de conducta, hábitos, o cosas dañinas, que nos pasan una y otra vez, y que no sabemos por qué volvemos vivir.
A la victoria del Atlas sólo le pondría un pero, y ese pero son los arbitrajes que claramente le beneficiaron, porque ante la duda siempre se marcó a favor de los Rojinegros.
Pero lo que está claro es el gran trabajo directivo del Atlas, completado con una excepcional labor del cuerpo técnico encabezado por Diego Cocca, y sobre todo, respaldado por una afición que se ha hecho grande al paso de cada uno de los días que conformaron estos 70 años de espera por un nuevo título.
“Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
Dice el poema de Jonh Donne, citado por Ernest Hemingway, en el inicio de su novela clásica Por quién Doblan las Campanas.
De alguna manera estamos conectados con la humanidad, si alguien en algún lugar del mundo (por más remoto que sea), rompe un viejo patrón, interrumpe un antiguo ciclo dañino o consigue algo que le parecía inalcanzable…
No sólo festejes por él, festeja también por ti:
Porque quiere decir que tú también puedes