Hace seis meses, en medio de la euforia por haber conquistado increíblemente el campeonato contra el Guadalajara, a Raymundo “El Rayo” Fulgencio le salió de a feo su inmadurez humana y la regó durante la celebración de los Tigres al llegar a la Gran Plaza de Monterrey. Por eso fue amonestado y castiga por el club felino, pues el jugador se puso a echarle “carrilla” a los Rayados, sin que estos tuvieran vela en el entierro o hubieran dado motivos para tal ofensa.
Fue de muy mal gusto su comportamiento y a punto estuvo de costarle a Fulgencio una sanción interna más drástica. Pero ahora resulta que volvió a hacer de las suyas, a los cinco minutos de haber entrado de cambio. Todo por inmaduro para controlar sus impulsos primarios, ya que en una jugada cuerpo a cuerpo con Julián Quiñones cayó en la provocación de éste y le dio un manotazo en el rostro, que el americanista aprovechó para hacer show, y el árbitro se precipitó al expulsar al “Rayo”. No era para tanto, porque el ahora naturalizado mexicano terminó por celebrar su farsa que finalmente fue determinante en el resultado del partido.
De hecho Quiñones también merecía expulsión porque fue el primero que golpeó a Fulgencio, pero la leve cachetada fue más visible y el escándalo de Quiñones provocó la reacción inmediata del silbante Adonaí Escobedo. Así es que con un hombre menos, el cuadro felino se desdibujó y dejó atrás el manejo especulativo del encuentro, cuando se sabía que el entrenador Siboldi estaba apostando por los tiempos extra y en la tanda de penales.
Ya desequilibrado el conjunto universitario, los cambios no funcionaron y luego vino otra payasada de Nahuel Guzmán que colmó el plato al árbitro, pero esta vez con una entrada digna de expulsión, al atropellar a un rival que parecía enfilar franco hacia la portería, totalmente desguarnecida. Así, el América pudo hacer de las suyas y conquistar su campeonato número catorce, anotando 3 goles con suma facilidad.
Total, si los Rayados de Monterrey ya habían fracasado horriblemente y decepcionado a su afición, solo faltaba que los Tigres también pasaran por una situación vergonzosa, tras ilusionar a los suyos con el bicampeonato, dada la calidad del conjunto y el diseño de estrategias bien instrumentadas por su cuerpo técnico a lo largo del torneo.
Ni modo. Otra vez será. Siempre y cuando jugadores como Fulgencio y Nahuel guarden la compostura en la cancha en momentos críticos, y no pierdan ni la cordura ni la concentración como figuras profesionales que son. Porque también con esa conducta impropia se echan encima a voces incómodas como la de Cuauhtémoc Blanco, tan buen futbolista en su época, pero tan podrido en el mundo de la política partidista como cacique del estado de Morelos.