A raíz del tercer campeonato de las Rayadas de nuevo volví a escuchar y a leer de dos colegas -uno muy conocido en el periodismo de futbol, y el otro con muchos años en el oficio-, las siguientes opiniones sobre la LigaMx Femenil: “Me valen madre…” y “ni las veo ni me interesan”.
Está bien, hay de gustos a gustos, y a nadie le ponen una pistola en la cabeza para obligar a ver jugar a mujeres en un estadio de futbol profesional. Cada quien gasta su dinero y ocupa su tiempo libre en lo que se le pegue la gana.
Pero también me pregunto: ¿por qué expresarse de esa manera cuando estamos en un mundo que no vive el presente, sino que está viendo hacia el futuro, con esas frases despectivas que son del pasado.
Aunque se molesten algunos amigos periodistas de Nuevo León, volveré a escribir que hay colegas que se manifiestan de esa manera -llamémoslos machistas o misóginos-, pero nunca han visto jugar por televisión a las Amazonas o Rayadas. ¡Olvídese ir al estadio ni con boletos regalados!
¿Por qué esa resistencia a lo femenil si se consideran conocedores y hasta amantes del futbol, expertos en cubrir esa fuente de información, y que han pasado parte de su vida en un palco de prensa o a nivel de cancha haciendo crónica o fotos del los equipos de varones?
Cierto es que la LigaMx Femenil no tiene todavía el nivel que hay en Estados Unidos, Canadá, Holanda, Alemania o Brasil, por citar potencias, pero, independientemente del negocio que genere a los federativos y dueños de clubes, los años pasan y hay más niñas que practican y quieren ser profesionales.
Si bien fue notorio que en esta temporada que ganaron las Rayadas el público se redujo en los estadios locales, comparado con años anteriores, el campeonato de Monterrey tendría que ser un factor para vuelvan las y los aficionados a la gradas.
Y en esa parte de que acuda mayor público los clubes han contratado jugadoras extranjeras como la holandesa de Rayadas, Merel Van Dongen, seleccionada de su país. Y las Amazonas a la española, Jenni Hermoso, campeona del mundo.
Y vuelvo a preguntar: ¿quién me puede contradecir que la descolgada de Sarah Luebbert que abrió el marcador para el América en la final de vuelta; el penalti marcado con frialdad por Rebeca Bernal, capitana de Rayadas, faltando cinco segundos para el silbatazo final que llevó a la tanda de penales, no es equiparable con el nivel del futbol varonil?
“¡Por el amor de Dios colegas!”, no se cierren en su mundo.
Aprovecho para de este espacio reconocer a dos amigos, César Vargas y Alfredo González, de lo mejor en el periodismo deportivo, que no se andan con excusas para ver mujeres jugar. Y créanme, no lo hacen por trabajo, sino porque son verdaderos a-man-tes del futbol.