Levante la mano quienes, como yo, les resulta bastante inclusive los encuentros de la Selección Mexicana de Futbol.
Con riesgo de que la única respuesta sea el cantar de los grillos, debo explicar que de un par de años a la fecha, los partidos del Tri me causan la misma emoción que las finales del campeonato hindú de cricket.
Luego de una infumable fecha FIFA, me queda claro que los dirigidos por “el Tata” Martino van a clasificar caminando al Mundial de Qatar donde, desgraciadamente, van a fracasar estrepitosamente… tal y como ha pasado en los últimos Mundiales.
Nunca he entendido qué es lo que le pasa a los tricolores. No comprendo cómo equipos como Canadá, Honduras y El Salvador se les pueden atragantar y exhibirlos de tan fea forma.
Es cierto, golearon a Honduras, pero eso fue después de casi una hora de un juego infumable donde ninguno de los jugadores mexicanos, tasados en millones de dólares gracias a los contratos obtenidos por sus diligentes promotores; pudieron meterle un gol a un portero que, para no irnos tan lejos, ¡es el arquero del Olimpia, por Dios!
¿Y qué decir del juego en El Salvador? Sí… muy bravo, la gente en contra lanzándoles botellas de agua, latas de cerveza y hasta pupusas, pero aún así el nivel de La Selecta era el mismo que cualquier equipo de la Liga de Ascenso.
Pobres salvadoreños, nomás servían para tirar patadas, pero aún así lograron meter a los mexicanos en su juego de tal forma, que Hirving Lozano, Raúl Jiménez, Héctor Moreno salieron pintados de amarillo, mientras que Araujo se fue expulsado.
Difícil de creer que estos seleccionados, quienes participan en las mejores ligas del mundo, donde la presión es muchísimo más alta que lo que el Cuscatlán puede ofrecer, hayan perdido la cabeza y se permitieron responder a las provocaciones de sus rivales azules.
Hace poco, la sección de recuerdos del Facebook me lanzó a la cara una serie de publicaciones previas al Mundial de Rusia 2018 donde pedía a todos los santos que el Tri no clasificara a la competencia.
En ese entonces defendía la tesis de que lo mejor que podía pasarte al futbol mexicano es que no fuéramos a la justa mundialista, para ver si así, los dueños del dinero y el balón finalmente se den cuenta que las cosas no están funcionando, que México clasifica no por bueno, sino porque es el menos peor y así se deciden por sacudir las cosas.
En ese entonces postulaba que ojalá y México no vaya al Mundial para que así nos evite a los aficionados la decepción de ver la misma película de cada cuatro años: un arranque dudoso, un gran resultado con una Selección de alto nivel, una clasificación prometedora y ¡zas! eliminados a la primera de cambio.
A mi, la verdad, esa película ya me aburrió.
Por eso no ya no me llaman la atención los juegos moleros del Tri. Dudo mucho que vaya a sintonizar la vacilada esa frente a Ecuador.
¿Para qué verlo si, al final, este partido no sirve de nada?
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