La violencia en torno a la crisis de Rayados está escalando a niveles que deberían tenernos muy preocupados.
No ha sido la peor racha de resultados en la historia del equipo, pero sí la que más reacciones de violencia ha ocasionado en los aficionados. ¿Por qué está reacción desproporcionada?
Intimidar jugadores, presionarlos, encararlos podría empezar a volverse normal en el futuro, y si eso sucede, empezará a alejar a las familias de los estadios.
Estoy seguro de que este pasaje oscuro no interrumpirá a los Rayados en su camino a un lugar definitivo como uno de los equipos grandes de México…. Pero también es posible que la violencia de las barras ingrese en un muy peligroso camino sin retorno.
En este momento es tiempo de hacer algunas preguntas y encontrar las respuestas. Y por ende, erradicar el problema de raíz. ¿Quién o quiénes están detrás de todo esto? ¿Qué intereses hay detrás de todo esto?
Creo que todos (periodistas, directivos, plantel, afición) deberíamos medir cada paso en este momento de tal manera que no alimentemos el clima de violencia.
En uno de los comentarios más sensatos que leí en redes en los últimos días, alguien preguntaba si esos personajes que llegaron hasta El Barrial para apretar a los jugadores ¿acaso no trabajan, o de qué viven?
Con qué autoridad moral asisten a un lugar de entrenamiento a exigir entrega a los jugadores. ¿Acaso ellos se entregan en algún trabajo? ¿Acaso ellos hacen algo por la sociedad?
Si están libres de culpa, qué arrojen la primera piedra. Margaret Thatcher erradicó a los hooligans tomando medidas para alejarlos de los estadios y acercar a las familias.
Si aquí no hay más remedio, los dirigentes de Rayados tendrán que identificar a quiénes han provocado este clima de violencia, ya sea de manera anónima o amedrentando jugadores, y prohibirles acercarse a los estadios o lugares de entrenamientos.