Aunque es poco elegante iniciar una colaboración periodística con una pregunta, me voy a brincar los protocolos y les voy a preguntar, ¿cómo se ganan los partidos? ¿con goles o con broncas? Así de sencilla la pregunta.
Qué pena que los partidos, no todos, tengan un final infeliz producto de la mente calenturienta de algunos protagonistas y quieran desquitar su frustración, coraje, incapacidad, con golpes, insultos, patadas y en lugar de aceptar deportivamente la derrota, la quieran desacreditar a base de actitudes muy lejos de lo deportivo. El lado opuesto a cuando ganas.
Rayados está en un torneo de lo más importante del mundo, el Mundial de Clubes, por méritos propios y está tomándolo tan seriamente como lo requiere un Mundial y contra todos los pronósticos, pasó la fase de grupos y ahora está en Octavos de Final con la ilusión más viva de seguir avanzando y trascendiendo.
Pudiera elaborar toda mi colaboración escribiendo de Rayados y su pase a la siguiente ronda del Mundial de Clubes, pero eso ya está escrito por mucha gente, a lo que me quiero referir en este espacio, es a la pobreza deportiva de algunos equipos que fueron eliminados y con actitudes anti disciplinarias trataron de ocultar su frustración.
Dos casos particulares son, para su servidor, los de llamar la atención. El primero el caso que involucra a un futbolista no mexicano (argentino, para variar), pero sí que juega en un club mexicano, que juega en un equipo que ha sido ejemplo en el país, y el cual está siendo investigado por hacer comentarios racistas, se trata del defensor del Pachuca Gustavo Cabral, sobre Antonio Rûdiger, defensor del Real Madrid. Veremos la resolución.
Y el otro caso es la del equipo River Plate, que ya se sentía en la siguiente fase dejando a Rayados fuera, y apelando a un empate a dos goles con el Internazionale, pretendían clasificar a la siguiente ronda, sin embargo los que ya van rumbo a su país son ellos.
Claro que intentaron no irse con las manos vacias, y al final quisieron armar su “quilombo”, pero sus compañeros y adversarios los metieron al orden.
“No llores como mujer, lo que no supiste defender como hombre” (Aixa).
Pobre espectáculo.