A 90 minutos de que concluya la temporada varonil y ya con la femenil resuelta en favor de las Chivas, los recientes torneos de la liga BBVA MX deberán ocupar un lugar muy especial en la historia del futbol profesional en México, no por su calidad o por ser los primeros post-emergencia sanitaria por el COVID-19; más bien por la cantidad de irregularidades, fallas y errores que dejan claro que, por más “humo” que se vendan algunos, en lo administrativo estamos más cerca del subdesarrollo que de la élite mundial.
La tragedia de la Corregidora en Querétaro encabeza la lista de malos manejos por parte de los dirigentes de la liga. En el país donde todo pasa para que nada cambie, es increíble que, a unos meses de la trifulca, el incidente ya era cosa juzgada, con muy pocas respuestas y menos responsables sancionados; apenas los rostros más visibles fueron identificados y castigados a medias.
El fondo del problema -las barras, la venta indiscriminada de alcohol, la pasividad de algunos clubes y la negligencia de las autoridades locales- de plano se barrió debajo del tapete y se le apostó al olvido.
Aún más despreciable ha sido el abandono de las víctimas por parte de la liga y el Querétaro, que como parte de la organización del evento deberán de ser corresponsables en pagar los gastos médicos en hospitales privados, las terapias de rehabilitación y cubrir cualquier gasto relacionado con el incidente, incluyendo salarios perdidos por los afectados.
El arbitraje no puede faltar en esta lista negra. En las dos categorías, la liga se sigue quedando muy, muy pequeña en la calidad de los y las jueces. Ni la llegada del VAR los pudo salvar de tremendas equivocaciones que no en pocas ocasiones perecieron ser más deliberadas que fortuitas, creando así una narrativa de “sospechosismo” para beneficiar a unos y perjudicar a otros. A nivel directivo, la pequeñez de liderazgo aumenta más la crisis de credibilidad al comprobarse errores evidentes y algunas convenientes “facilidades” para que la cancha termine desbalanceada. Si los árbitos han fallado por incapaces, malo. Si han fallado por intereses extracancha, peor. Y la comisión disciplinaria y sus “investigaciones” mejor ni hablar. A unos porque hacen, a otros porque no hacen, pero dañan igual.
A nivel de dueños, la situación tampoco es la mejor. La multipropiedad, los grupos feudales con dirigentes y propietarios actuando más como mafiosos que como promotores del deporte siguen hundiendo al espectáculo y al futbolista mexicano. Sin descenso y con un repechaje centavero, la mediocridad ha tomado lugar en el asiento de enfrente, y en esa carrera permanente contra los vecinos de la MLS, la victoria del Seattle en la Concachampions deja mal parada a la liga MX, cuyos dirigentes van a poner los santos de cabeza para que el Sounders no pase de la primera ronda.
Además, las relaciones inconvenientes entre empleados de la liga y dueños de equipos, los compadrazgos y las amistades cercanas con periodistas que de pronto se vuelven más porristas que analistas tampoco le hacen nada bien al desarrollo del espectáculo. Tristemente, entre la amplificación que dan las redes, los convenios de publicidad y la evolución del periodismo deportivo, se han facilitado la matraca, el pastelazo y el llamado “chicharrón” en los medios.
No pocos porristas y porros del futbol se han apoderado del micrófono, y para una plaza tan importante como Monterrey, el daño a los equipos y al espectáculo mismo ha sido grave. Hieleras en el Mundial de Clubes, invasiones a la cancha y comentarios viscerales hicieron de esta temporada una para recordar como de las peores.
En resumen, liga de nivel competitivo, con dirigentes, dueños y algunos periodistas instalados en la comodidad de la hamaca bananera. Lo peor es que no se ve ni por donde ni para cuando cambien las cosas para bien. Liga BBVA MX, tan rica que se volvió pobre.
Horacio Nájera es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UANL y maestrías en las Universidades de Toronto y York. Acumula 30 años de experiencia en periodismo, ha sido premiado en Estados Unidos y Canadá y es coautor de dos libros.