La manera en que jugó Tigres, con la personalidad, con la garra, con el oficio, con la ambición ofensiva, deja una tarea para los directivos.
Ahora su responsabilidad será preservar esos valores como parte de la identidad permanente de la institución, y asegurarse con los actuales líderes del equipo no se marchen sin que los hayan sembrado en las nuevas generaciones.
La tarea será que esos valores vayan pasando de generación en generación a través de los años venideros.
La cara que mostró ayer es el resultado de años de trabajo, de intentos, de ganar y de perder, en donde cada uno ha puesto su granito de arena para esta gran obra que ya transformó la historia del equipo.
La forma en que Tigres conquistó la octava estrella reveló algo además que no se percibe a simple vista: representa un salto en su mentalidad, en su autoimagen institucional y en el de su afición.
Tigres asumió el compromiso con su nueva historia, la de equipo grande, tomó riesgos, se adueñó del protagonismo e impuso su jerarquía.
Después del inicio vertiginoso del Rebaño Sagrado, el equipo felino mantuvo la calma, pero sin caer en la pasividad.
Se fue adueñando paso a paso del manejo de la circunstancias, frenando el ímpetu del Guadalajara, e imponiendo todo el peso de su jerarquía.
Sacó a relucir la calidad de las individualidades y también el oficio, ese oficio que sólo consiguen a base de victorias y, sobre todo, de derrotas.
Una columna vertebral (Nahuel Guzmán, Guido Pizarro y André-Pierre Gignac) que se ha hecho bajo el fuego de la alta competencia, pues llegó nada menos que con cuatro Ligas ganadas, y tras disputar una Final de Copa Libertadores y otra del Mundial de Clubes.
A la identidad histórica de la garra, ahora Tigres añade otro valor, que es el del oficio, un patrimonio que los actuales directivos, y los que vengan, deberán cuidar.
Como dije párrafos antes, será importante que los actuales líderes del equipo no se marchen sin antes estar seguros que ese valor del oficio ya se haya sembrado en los jugadores más jóvenes, de tal manera que esa identidad se vaya pasando de generación en generación.