No es fácil hacer una crítica cuando todo es positivo. Y tampoco es fácil hablar de una esperanza, cuando todos de manera unánime decretan que alguien no tiene una sola posibilidad de éxito.
Lo más fácil es siempre unirse a los halagos o, al revés, subirse al carrito de la crítica. Me refiero a que los Rayados, por más oscuro que esté el panorama tienen una posibilidad, sí, quizá una entre 100, o una entre 1 mil, de salir adelante.
Pero creo que, como dicen, el futbol lo terminan decidiendo los jugadores. La historia nos habla de equipos que se levantaron cuando nadie creía en ellos. Tengo dos ejemplos, la Selección de Turquía, que llegó hasta la Semifinal del Mundial del 2002.
Cubrí aquella conferencia que dieron antes de enfrentar a Brasil, en un partido histórico para ellos. Los jugadores pidieron que sólo nos mantuviéramos dentro de la sala los periodistas extranjeros, no hablarían a la prensa de su país, porque consideraban que no habían creído en ellos durante los momentos más difíciles.
Sólo darían entrevistas a los reporteros turcos en los eventos obligatorios de parte de la FIFA, y ese no lo era. Otro ejemplo.
La Italia del Mundial de España 82, una selección que se levantó de una pésima primera fase, para alzarse campeón, y con una de las críticas más ásperas que ha sufrido un futuro monarca.
¿Qué sucedió en esos grupos humanos que supieron revertir la adversidad y, con todo en contra, sin que nadie creyera en ellos, terminaron alcanzado conquistas históricas?
Otro ejemplo: estoy viendo el documental El Manual de Juego, Lecciones de un Entrenador. Allí se narra cómo el coach Doc Rivers llevó a los Celtis de Boston a ganar el título de la NBA, en el 2008, después de que la afición pedía su cese porque el equipo no caminaba.
“La gente quería que me despidieran, mucha gente exigía que me despidieran, pero Dany Ainge (presidente de los Celtics) creía que yo era un buen entrenador, y nunca dudó”, explica. “Y ese año, de repente, las estrellas se alinearon, y todo empezó a salir muy bien”, relata Doc Rivers.
Digo que muchas cosas pasan por los jugadores. Veamos por qué: Final del Clausura 2016, a Rayados se le termina escapando el título en mucho por dos fallos claves, el penal fallado por Edwin Cardona y el error de marcación de Édgar Castillo, en el gol de Víctor Guzmán.
Y en la Final ante Tigres en el Apertura 2017, penal fallado por Avilés y un aparente error al atajar del arquero de Rayados. Y así nos podemos ir a otras eliminatorias.
¿Dónde empieza y termina la responsabilidad de directivos y del cuerpo técnico? Está claro que en el armado del equipo y al elegir el perfil de los jugadores, y, por supuesto en el manejo de grupo y en las estrategias.
Pero el plantel ya está como está, y en este momento sólo queda encarar la realidad tal como es. Existe una posibilidad entre mil para los Rayados, puede ser: pero mientras exista, dependerá del carácter, del amor propio y del corazón de quienes saltarán a la cancha.
Como dice Doc Rivers en el documental: a él sus padres nunca le enseñaron a victimizarse, pese a la discriminación racial que experimentó en ciertas etapas de su vida, sino a encarar la adversidad.