Decir que el Partido Revolucionario Institucional fue el gran ganador de la pasada contienda electoral no sería ninguna noticia en estos momentos, ni tampoco que el Partido Acción Nacional o el de la Revolución Democrática fueron los grandes perdedores.
Lo que definitivamente habrá que observar es el comportamiento postelectoral que tengan tanto el PRI, como partido triunfador, como el PAN y PRD.
Hay que recordar que hace tres años, el tricolor fue desplazado hasta la tercera posición política mientras que Acción Nacional retuvo la presidencia de la República y el PRD obtuvo un importante poder a nivel nacional.
Sin embargo, parece ser que en tres años los panistas no alcanzaron a madurar en el poder, por lo que ahora el PRI resurge de la derrota.
Tamaulipas no fue la excepción. El PRI ganó todos los distritos electorales cuando hace tres años había perdido, históricamente, cinco de las ocho curules federales además de las dos senadurías. De hecho en Reynosa, el PAN había derrotado en tres ocasiones consecutivas al PRI.
Ahora las cosas son diferentes. El gran aprendizaje que deja este 5 de julio es muy claro: en estos momentos ningún partido político puede atreverse a postular a cualquier candidato que llega sólo con la bendición de su instituto político.
Ser candidato a un puesto de elección popular requiere trabajo y dedicación en el territorio en que se quiera competir. Un claro ejemplo son los Estados de Querétaro y San Luis Potosí, entidades gobernadas por el PAN, donde nadie dio crédito con la victoria del PRI o el caso de Sonora, una entidad históricamente priista, que la ganó el PAN.
Esto refleja que la soberbia se apodera de los partidos políticos y en este caso de sus dirigentes. Por su arrogancia el PRI perdió en 2006 y ahora, el PAN y PRD salieron derrotados.
El trabajo que realicen en el territorio y la unidad que prevalezca en estos institutos políticos son en gran medida lo que les van a dar el triunfo o la derrota; ya no se puede imponer a ningún candidato.
Recordemos que para los tamaulipecos inicia el año electoral más importante, ya que en 2010, se cambian las presidencias municipales, el Congreso del Estado y la propia gubernatura; esto significa que los partidos no deben bajar la guardia y los que estén confiados, deben de subirla.
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