La renuncia del regidor Roberto Rodríguez como coordinador de la fracción panista en el Cabildo de Reynosa, no pasó de las páginas interiores de los periódicos cuando quiso llevarse las ocho columnas de los periódicos y los titulares de los noticieros.
Descabezados desde que perdieron la alcaldía, los aún adoradores de Francisco García Cabeza de Vaca empiezan a pintar su raya de los nuevos dueños del PAN en Tamaulipas.
Primero habían amagado con tomar la sede del comité municipal panista en Reynosa cuando llegaron los enviados de Javier Garza de Coss, el presidente estatal, para convertir en delegación la trinchera albiazul en esta frontera.
Y uno de los que estaba en primera fila defendiendo el local y casi cortándose las venas era precisamente Roberto Rodríguez, yerno del difunto exdirigente del PAN en Tamaulipas, Alejandro Sáenz.
Quien no recuerde, este personaje se quiso pasar de listo cuando denunció a la Comapa de Reynosa ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje en plena gestión del PAN, disque por un despido injustificado, queriendo llevarse varios millones de pesos a sus bolsillos.
El caso de Roberto Rodríguez es bastante particular. De ser de un abogado de izquierda encontró en el PAN su minita de oro, como muchos otros.
Traicionó primero a Armando Zertuche Zuani, actual secretario de Desarrollo Económico en esta ciudad, cuando ambos comulgaban con la izquierda a fines de la década de los noventa, pero después fue seducido por la ambición, carta de presentación de Cabeza de Vaca y compañía.
Para ser sinceros, que Roberto Rodríguez haya decidido renuncie a pastorear a los regidores panistas en Reynosa, a nadie le quitará el sueño. Sólo él no se había dado cuenta que ya es un cero a la izquierda. ¡Muera el rey, viva el rey!
Garza de Coss y la nueva dirigencia estatal de Acción Nacional tienen cosas más importantes en qué preocuparse, cuando las elecciones federales de 2009 estén cerca, pero sobre todo -cada vez menos lejano- el adiós de Eugenio Hernández Flores.
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