Qué le dejó, amable lector y lectora, la visita de Barack Obama a México.
En concreto creemos que nada.
El presidente estadounidense habló igual que han hablado sus antecesores.
Mostró un acercamiento cordial, pero protocolario.
No se sintió cálida la visita, los presidentes estuvieron sonriendo, pero nada más.
Se percibió un desconocimiento de México por parte de Obama, quien siempre mantuvo una sana distancia con Calderón dirían los políticos, y en cada una de sus declaraciones, el presidente afroamericano no se comprometió.
Durante la rueda de prensa ambos hablaron y hablaron y hablaron, pero no hubo diálogo.
Hubo exposición de ideas, desde los particulares puntos de vista de cada quien, pero no hubo encuentro, es más, no llegaron ni a desencuentro.
Felipe trató de puntualizar en cuanto al tráfico de armas a México, donde les advirtió que tal vez en un futuro esas mismas armas estarán apuntando a las autoridades y ciudadanos estadounidenses.
Ese vaticinio calderonista dejó inexpresivo a Obama, porque eso es algo que no le preocupa, ellos sí mantienen un control de los narcos y la corrupción de sus autoridades es una situación con la que han vivido desde que admitieron ser los más grandes consumidores de estupefacientes del planeta.
Eso y la crítica del embargo a Cuba donde Calderón dijo que los estadounidenses deberían valorar hasta qué punto han obtenido algún resultado con la política de ahogo económico a la isla que sólo ha dejado al pueblo cubano empobrecido, son los dos destellos en la intervención de Felipe.
Pero Obama ni se inmutó.
Este hombre llegó con un discurso muy aprendido y repetido hasta el cansancio,
Para venir a decir lo que dijo ayer en la Ciudad de México, bien pudo citar a los corresponsales extranjeros en Washington y ahorrarnos las molestias y el gasto que representó su visita.
Aunque ha sido destacada porque en los últimos doce años no había acudido el presidente de Estados Unidos a la capital del país, lo cierto es que la presencia de Barack dejó mucho qué desear.
Por momentos parecía que Felipe era transparente y Obama ni lo veía, tenía el pensamiento en otra parte.
Reconozcamos, México no es la prioridad de Estados Unidos, somos como una piedra en el zapato.
Ya no es el tiempo de Bill Clinton quien se atrevió a desafiar al congreso de Estados Unidos para prestarle a México y rescatarlo cuando atravesaba por una crisis económica durante el fin del sexenio salinista y el comienzo del zedillista.
Vistas así las cosas, el asunto de la reforma migratoria será aplazado, no está dentro de las prioridades del vecino país.
Aún cuando Felipe casi llorara describiendo los pueblos fantasmas que hay en su natal Michoacán donde “sólo ancianos, mujeres y pocos niños los habitan”, a Barack eso lo tiene sin cuidado.
Y pareciera que la única que está puliéndose en el cargo es Margarita Zavala, la esposa de Calderón, quien después de su visita al Palacio de Buckingham está demostrando que su gusto en el vestir ha mejorado.
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