Desde hace un par de semanas los titulares de los periódicos en Reynosa han dado cuenta de un par de incidentes que han provocado –al menos–, la sorpresa e indignación ciudadana.
Se trata del brutal homicidio de una familia de la colonia Jarachina Sur y el escándalo generado por un joven quien, supuestamente, decidió poner “a cuota” a su compañeros de clase en una preparatoria.
El común denominador de ambos casos es que sus protagonistas son adolescentes.
Como siempre sucede en estos casos, diferentes voces en esta frontera han comenzado a sacar a la luz (otra vez), la discusión de reducir la edad penal, para que jóvenes que cometan delitos tan terribles como el homicidio, puedan ser juzgados como adultos.
Más allá del espíritu revanchista que pueda tener esta medida (meter a una cárcel llena de adultos a un adolescente no ayuda en nada a su posible readaptación), resulta preocupante que a nadie parece importarle la verdadera raíz de todo este problema.
Aquí el asunto es la degradación social que estamos viviendo, con un violento desplome en la escala de valores y la indiferencia de todos por hacer algo al respecto.
Que conste, no me estoy dando golpes de pecho ni me sorprendo con este problema que es viejísimo… mis padres enfrentaron los mismos reclamos de la generación que los antecedió.
Sin embargo, a diferencia de lo que vivieron mis papás, hoy pareciera que la sociedad se ha vuelto insensible a situaciones como el consumo de drogas en la calle, niños jugando a ser adultos cuando no tienen la capacidad ni psicológica o económica para hacerlo y padres de familia más preocupados por su desarrollo profesional que por ver qué es lo que están haciendo sus retoños.
Hoy, a diferencia de la generación anterior a la nuestra, vemos como cada vez son más los adolescentes que se tiran a los brazos de la delincuencia impresionados por el dinero fácil, la libertad de manejar un vehículo (robado) y portar un arma al cinto.
Suena a cliché pero ¿dónde están los papás de esos muchachos?
Aquí todos tienen una opinión al respecto y eso es bueno, este tema necesita discutirse.
La cosa es que se tiene que discutir (y arreglar) a la voz de ya, pues algo está terriblemente mal.
DE ULTIMA HORA
Hace unos momentos estuve con Francisco y Cristela, los padres de Adonis Emanuel, el chico que fue expulsado de la escuela acusado de extorsionar a sus compañeros.
Vale el agregado pues originalmente esta opinión preguntaba dónde están los padres de los chicos envueltos en problemas.
Hoy veo que por lo menos en este caso, hay un padre y una madre dispuestos a dar todo por defender el honor de su hijo y el de su familia.
Si todos los padres fueran como Francisco y Cristela, quizás las cosas serían diferentes.
diasdecombate@hotmail.com
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