Se llama apagón analógico al hecho de que, simple y sencillamente, no se podrá ver televisión más que en el sistema digital y, en consecuencia, los aparatos tradicionales dejarán de transmitir la señal si no cuentan con un convertidor especial, o bien si los usuarios no se hacen de las modernas pantallas para ver sus programas favoritos.
Dicho apagón analógico hará que las empresas televisoras liberen parte de la banda de 700 megahertz para construir una red mayorista a un costo de 130 mil millones de pesos, que lleve los servicios de telecomunicaciones a los rincones más alejados del país. Sin embargo, todavía 12 canales la ocupan en la frontera norte y uno en la zona del Bajío, porque no han transitado a la señal digital.
Algunas concesionarios, varios de ellos filiales de Televisa y TV Azteca, alegan que su paso a digital implica una fuerte inversión. Por ejemplo, en Baja California, Televimex (de Televisa), opera el canal 57 de Ensenada y el 66 de Tijuana, y cuestión similar pasa en Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León.
Como siempre sucede en nuestro querido México, hay dos “prietitos” en el arroz respecto a este asunto de las telecomunicaciones, pues los 130 mil millones para construir la red mayorista los pondrá íntegramente el gobierno de Enrique Peña Nieto mientras que en Estados Unidos y en la mayoría de los países la banda de 700 megahertz se ha licitado directamente a los concesionarios quienes invierten y comienzan a operar.
El otro “prietito” es el regalo que Peña Nieto está haciendo a las personas de menores ingresos
consistente en pantallas o televisores digitales, los cuales podrían ser reemplazados y resultar obsoletos si se acelera el nuevo estándar digital avanzado que se está aprobando en Estados Unidos (ATSC 3.0).
Se está gastando mucho dinero en el obsequio de esos aparatos que podrían pasar a mejor vida o sencillamente porque en un futuro los programas no necesariamente se recibirán a través del espectro radioeléctrico, ya que, por ejemplo, Estados Unidos está buscando retirar dicho espectro radioeléctrico de las televisoras para subastarlo a operadores de telefonía e internet inalámbrico.
Asimismo, hay la tendencia a producir pantallas sin receptores de televisión abierta porque próximamente –más temprano de lo que se piensa– la gente no verá más sus programas a través de las ondas hertzianas. La televisión abierta está en retirada.
Hoy mismo muchas personas están prescindiendo de las enormes pantallas para ver TV ya que utilizan equipos más personalizados como los teléfonos móviles, mientras que el servicio de video y audio por internet está duplicando el número de suscritores jóvenes para Netflix y Youtube.
¿Para qué derrochar millones de pesos en regalar televisores? Por la sencilla razón de que es un buen pretexto para el populismo gubernamental en busca de votos , ah, y para utilizar este “gesto bondadoso” para la rapiña, porque no hay reporte de quiénes están siendo beneficiados y porque la transparencia en el gastazo no se refleja en la demanda de quienes desean saber números y circunstancias.
O sea, el apagón analógico lo está aprovechando el gobierno para hacer de las suyas. Y los mexicanos que estamos pagando ese dinero nos quedamos con un palmo de narices cuando preguntamos si tiene sentido regalar aparatos que están pasando de moda y que sólo alimentan el modo de ser de los que están acostumbrados a estirar la mano sin hacer mayor esfuerzo para conseguir lo que necesitan.
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