La mayoría de nosotros hemos estado esperando que esta contingencia sin precedente pase y todo vuelva a la normalidad, pero algunos expertos aseguran que, aun cuando haya pasado la crisis, nuestras vidas nunca volverán a ser las mismas luego de esto. Esa “normalidad”, como la conocíamos, ya no existe más. La crisis de la pandemia pasará, pero la vida de la humanidad nunca volverá a ser igual que antes….Esa forma de vivir, no volverá.
Las consecuencias psicológicas, económicas y sociales de esta pandemia habrán de cambiar para siempre nuestros hábitos y formas de pensar, de trabajar y de convivir con nuestros semejantes. Nada volverá a ser igual. Habremos de redefinir muchas cosas, desde los lugares que frecuentamos, las personas con quienes nos relacionamos, las forman es las que establecemos contacto físico, el valor que le damos al dinero sobre la salud y muchas otras cosas. La distancia social, los grupos con un número limitado de personas deberá cambiar.
Los lugares en donde se forman grades concentraciones de personas como son los aeropuertos, estaciones de trenes, estadios, y eventos multitudinarios, probablemente pasarán a la historia como los conocimos y surgirán nuevas fórmulas para su funcionamiento. No sería extraño que lo mismo sucediera con los cines, los grandes teatros, los medios de transporte ´público, las escuelas y universidades, los centros turísticos y tantos otros lugares. Nada volverá a ser igual a eso que hasta hace poco tiempo llamábamos “normalidad”.Estamos en un camino sin retorno.
Importante es decir que las políticas de salubridad a nivel mundial en general y por países en lo particular, tendrán un nuevo nivel de prioridad. Por lo tanto, habrán de actualizarse y elaborar nuevos, más rápidos, mes efectivos y eficientes programas de promoción de la salud y prevención de enfermedades. Esto forzosamente obligará a que los presupuestos destinados a la salud pública se incrementen y se administren de manera mucho más inteligente.
Nuestros estilos de vida cambiarán irreversiblemente, en muchas cosas tendremos la tendencia a simplificar nuestra existencia, a reestructurar nuestros presupuestos, a reconsiderar nuestras prioridades personales y familiares, a abrazar la soledad y el aislamiento. Ante experiencias como ésta, el mundo jamás volverá a ser el mismo. Porque en el fondo de una u otra manera todos nos hemos preguntado ¿Qué le hemos hecho al mundo? ¿Qué nos estamos haciendo a nosotros mismos? ¿Qué clase de mundo les estamos dejando a nuestros hijos?
Todos en el fondo del alma nos sentimos algo responsables, un tanto cuanto culpables, y hasta arrepentidos por la forma en la que hemos hecho las cosas hasta ahora. Sin duda, esta es una cuarentena de contrición….que nos obliga a decirle adiós al mundo que conocimos, a la vida como la vivimos y a cambiar para adaptarnos a la nueva realidad. Como aquello que alguna vez dijo Charles Darwin: “Aquel que no se adapta, está condenado a extinguirse”.