Aunque muchos lo duden, Quintana Roo no solamente es playas paradisíacas, reventón nocturno, lujosos hoteles, casinos top, centros comerciales con marcas “premium”.
Como la Luna, también tiene su “lado oscuro”.
Resulta interesante como una entidad mexicana que figura en el “Top Ten” del ranking mundial turístico, es considerada por muchos de sus casi millón y medio de habitantes como “candil de la calle y oscuridad de su casa”.
Vaya, Quintana Roo no solamente es Benito Juárez (Cancún) o Playa del Carmen (Solidaridad), es una entidad en la que a nivel nacional figura también en el “Top Ten”, pero en materia de marginación social, opacidad gubernamental y alto endeudamiento.
Lamentablemente, según un estudio de la Universidad de Las Américas, esta entidad, junto con el Estado de México, lideran a nivel nacional la nada honrosa tabla de los estados con mayor impunidad y deuda a nivel per cápita.
Según estos indicadores, la entidad del Sureste mexicano, suma 76.61 puntos en la escala de impunidad, nada de que presumir.
Ausencia de agencias del Ministerio Público suficientes y confiables y una laxa y poco creíble impartición de la justicia, convierten a Quintana Roo, en un Paraíso… ¡pero de la impunidad!
Además, esta entidad, registra el pasivo per cápita más alto entre los 32 estados que integran la República Mexicana, con 14 mil 441 pesos, por cada uno de sus ciudadanos.
Vaya, cada nuevo ciudadano quintanarroense al nacer, trae una deuda sobre sus hombros, y no una “torta” bajo sus brazos.
Cuando el Gobernador Roberto Borge Angulo, tomó el timón de la entidad, Quintana Roo reportaba una deuda pública de nueve mil 791 millones de pesos; al cerrar el presente Gobierno, todo indica que superará fácilmente los 25 mil millones de pesos, más del doble en apenas cinco años que durará su mandato.
Para muchos, argumentar la contratación de deuda pública puede estar justificada si se aplica correctamente la mentada y convenenciera
“normatividad”, para otros; el aumento considerable de ésta, no se ha reflejado necesariamente en infraestructura urbana y mejoramiento en la calidad de vida.
Es un hecho que mucho de los avances concretos en temas como mantenimiento de la famosa Riviera Maya, corre por cuenta del Gobierno Federal, vía Fonatur, aunque mucha de la campaña oficial estatal se esmere en ponerse la “medalla” y no dudan en recorrer el mundo entero para recibir reconocimientos.
Pero, para una gran mayoría, Quintana Roo, ya es considerada como “foco rojo” para el Partido Revolucionario Institucional, en las elecciones de junio próximo, en donde se jugarán 12 entidades el mismo día.
Y no solamente por los motivos expuestos, ya que bastó que iniciara el 2016, para que ¡Ardiera el Paraíso!
Una clase política, social, clerical y empresarial que se siente irrespetada, traicionada y ninguneada, en una entidad caracterizada por una sociedad crítica, altamente asertiva y participativa; pareciera la formación de una “Tormenta Perfecta”.
Era un secreto a voces, la exigencia ciudadana para que existieran opciones frescas para el proceso venidero.
Y entonces pasó, lo que algunos esperaban, pero muchos temían, la renuncia al PRI, de Carlos Joaquín González, quien abiertamente y de frente levantó la mano para decir:
¡”Yo Voy”!
Para muchos el anuncio fue como la advertencia de turbulencia en cualquier vuelo, cuando las azafatas nos dicen que “no es deseable, pero es posible”.
Ahora no era “deseable” para algunos, y fue “posible” para muchos.
Filtraciones de grabaciones en las que desde la “burbuja del poder” actual del tricolor en Quintana Roo, se confirmaba la existencia de un “TUCC”, Todos Unidos contra Carlos, pusieron en evidencia los anuncios del líder nacional, Manlio Fabio Beltrones, que aseguraban que habría un “proceso incluyente”.
Lo “incluyente” y la cachondeada “unidad”, en el priísmo quintanarroense, nunca existieron, es más, fueron como los llamados a misa.
Resulta interesante como el aspirante desobediente a las directrices copulares paradisíacas, dejó en claro dos cosas:
Que sigue deshojando la margarita, por lo que no descarta convertirse en un “Bronco Quintanarroense” al buscar la Gubernatura sin partido político ancla, y pintar la raya únicamente con los actuales jerarcas tricolores en la entidad.
En fin, el que tenga oídos que oiga, el que tenga olfato que huela y sino, ¡que consulte un otorrino!