De cuando en cuando me entretiene revisar el anuncio clasificado en periódicos de Monterrey. Con todas las limitaciones y críticas bien merecidas de mi inusual método, este es para mí un pequeño termómetro que me ayuda a entender algunas dinámicas sociales.
Ejemplo: revisar la venta de casas y departamentos me indica el valor de los bienes raíces, las zonas de más oferta, y la distribución de los espacios en su evolución; de cómo se pasó de aquellas casonas del primer cuadro o en las primeras secciones de San Nicolás o Mitras, a los reducidos departamentos en esas gigantescas torres que se multiplican generosamente por toda la zona metropolitana.
¿En dónde encuentro la dinámica social en esto? Bueno, pues en reflexionar como hemos pasado y adaptado como comunidad a vivir en espacios comprimidos. Hace muchos años, el tamaño de los departamentos en los condominios constitución era criticado.
Hoy, los modernos edificios son igual o hasta más pequeños y se venden por millones de pesos.
Otro ejemplo: la venta de autos. La creciente oferta automotriz en México con vehículos de todas partes del mundo se nota en las páginas de los clasificados regios.
Como en botica, hay de todo, bueno, malo y peor en el mercado. Ya se acabaron los tiempos de solamente marcas estadounidenses, alemanas y japonesas con opciones limitadas.
Gracias al testimonio de varias personas, entre ellas periodistas de Hora Cero, se supo que en pleno desarrollo del llamado Buen Fin, decenas de vehículos que transitaban entre Monterrey y Reynosa tuvieron que regresar a su ciudad de origen debido al retén instalado por criminales que impunemente robaron y secuestraron hasta que les dio la gana.
Horas antes, las redes y los medios dieron cuenta del hallazgo de restos humanos en el interior de un tambo abandonado en la zona centro de Monterrey.
Regreso a mi revisión del clasificado y me pregunto: ¿Qué incentivos tengo para comprar un departamento si la zona es insegura y sus calles están siempre sucias o las vialidades colapsadas? ¿Cuánto estoy dispuesto a gastarme en un vehículo si en cualquier momento me lo pueden arrebatar en un retén del crimen organizado?
¿Si elijo no comprar un automóvil o camioneta, como puedo movilizarme en una metrópolis donde el transporte público es una abominación?
Y la pregunta más recurrente en este ejercicio social de hojear el clasificado:
¿Qué está haciendo el gobierno, en todos sus niveles, para garantizar los derechos a la propiedad privada, al libre tránsito, a la seguridad, a vivir a una ciudad sin contaminación?