Dice alguien del pueblo: Sabemos que gobierna el PRI cuando el dólar sube, el precio internacional del petróleo baja sin que se traduzca en beneficio para los mexicanos que compran gasolina a diario, los impuestos van para arriba, el salario está por los suelos, los sindicatos mandan, la inseguridad se mantiene en los estándares de siempre, las instituciones se desploman, la corrupción anda por las nubes, la impunidad está al máximo, la inflación se contiene con controles de precios disfrazados por la Profeco de campañas y operativos de verificación sobre los comercios más vulnerables, hay una sensación de incertidumbre al no saber para dónde está moviendo a México el gobierno federal, la censura o docilidad en los medios informativos es palpable, la extrema pobreza de 11 millones de paisanos no tiene para cuándo paliarse siquiera y, en cambio, los amigos del presidente y los más ricos en México se hacen más ricos.
Y es que no dudamos que en el gobierno de Vicente Fox, ahora priista de hueso colorado, no haya habido problemas y frivolidad, o que en el sexenio de Felipe Calderón, del PAN, no se haya disparado la violencia en su loca guerra contra el narco, o que no les haya faltado capacidad para la negociación política y sacar a adelante las reformas estructurales que tanto necesitaba el país desde ese entonces, pero por lo menos hubo indicadores económicos que hacían concebir esperanzas de soportar los vientos huracanados del exterior en lo financiero y salir adelante de las crisis financieras que arrastraban a Estados Unidos y a Europa.
El PAN falló en muchas áreas, sin lugar a dudas, y el crecimiento anual y la creación de empleos no significaron gran cosa, así como los índices de la pobreza en México se le clavaron en el archivo a gran escala. Pero en comparación con las sacudidas que está recibiendo nuestro miserable peso y los efectos en la baja capacidad de compra del salario, nos dicen que se equivocaron de a feo los que decían que sí sabían gobernar y que volvían al poder porque tenían experiencia.
Por eso no quieren escuchar la vox populi cuando se le reclama a la Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, que sus campanudas frases y vítores sobre los programas asistencialistas como Prospera y la lucha contra el hambre no están acordes con la realidad entre los indígenas, los campesinos y los obreros en las grandes ciudades. Que la miseria muerde ya a muchos de las clases bajas y que la pobreza está arrastrando a muchos de la clase media. Se enojan los priístas porque no se reconocen sus logros, que los hay, pero no corresponde al dispendio de recursos que se hace para posicionar a Enrique Peña Nieto como un héroe o salvador de los marginados.
El estancamiento salarial es el de todo, lo dicen los expertos. El bajo crecimiento económico es el detonador de la pobreza en México, igual que el estancamiento de los ingresos de los mexicanos en los últimos veinte años, según lo ha sostenido el secretario ejecutivo del Coneval, Gonzalo Hernández Licona y lo ha ratificado en un encuentro con la Comisión Permanente en el Senado de la República, el martes 25 de agosto. “La pobreza por ingresos sigue afectando a más del 50 por ciento de la población, y esto ocurre desde 1995”, sentenció en su comparecencia.
Refirió que, según cifras del Coneval, el ingreso corriente total per cápita es ligeramente superior a los 3 mil 500 pesos, tendencia que se mantiene así a partir de 1992. “Y sólo si el ingreso de los mexicanos no hubiera disminuido, la pobreza sería dos por ciento más baja, al afectar al 44.8 por ciento”, explicó con registros precisos en su mano.
Así es que no basta con alardear sobre las inversiones internacionales en México y nuevos empleos. Hay que hablar de salarios dignos y del poder adquisitivo de las mayorías para que no se derrumben sus sueños de un mejor nivel de vida. Los programas asistencialistas y los recursos invertidos sin un plan de superación integral no sirven para nada.
Así el que el PRI de Peña Nieto y de Manlio Flavio Beltrones tiene mucho trabajo por delante para que no se vea solamente su rostro feo a la hora del juicio histórico por el que tendrán que pasar, quieran o no. ¿Saben gobernar? Pues deben superar la adversidad de donde venga y rendir mejores cuentas en los rubros que más exigen los mexicanos,. Y no se crean tanto de la mayoría de votos que obtienen en las urnas, pues ya sabemos cómo se las gastan en la manipulación y compra de los mismos.
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