Se me rodaron las lágrimas, quedé al borde del colapso, veía y escuchaba las noticias televisivas sin dar crédito a mis sentidos.
Y es que nuestro valeroso presidente que se enfrentó a narcos y crimen organizado -hay que separar- se lanza ahora a la conquista de Latinoamérica, llevando a los países visitados importantes beneficios que tanta falta hacen a nuestros connacionales.
Si de por sí ya sufrimos la espantosa seca de una larga y maléfica temporada de estío, que menguó nuestros hatos para ellos, no hay apoyos ni recuerdos, pero les hace más falta a los castristas de ingratos recuerdos y a los haitianos cuyo palacio está en vías de derrumbarse mientras que hojas de palma y otros vegetales cubren los techos de sus paupérrimas casas.
No dudo que tanto Cuba y Haití sufran enormemente, la primera por su testarudez ciega que obnubiló cualquier negociación habida y por haber, hay que recordar que en su época de bonanza, allá por el 68 nos quisieron hacer otra “Cuba” con los mismos guerrilleros que fueron adiestrados en suelo mexicano, sí en nuestro territorio allá en el sureste mexicano y que gracias a los pantalones del Presidente Díaz Ordaz se logró contener dicha subversión que costó algunas vidas, pero nunca como la masacre actual.
Aquella subversión fue gestada en la embajada soviética y cubana, colindantes ambas en el DF, lo que en la práctica política es negociación fue buscada por las armas.
El caso de Cuba es hoy triste y derrotada, la tierra de Martí, a ella ocurre nuestro mandatario solo Dios sabe con que intenciones cuando su boleto de salida está sellado y sin regreso.
Lo de Haití es diferente es una desgracia natural, se les ayudó en su momento necesitaban comida y apoyo, pero nuestras carencias son lo suficientemente grandes, enormes diría yo como para regalar el escaso dinero nacional, recapacitar y pensar que primero estamos los mexicanos es menester y luego lo demás.
¡Ah! olvidaba que en México se acabaron los pobres, la educación es superior y el acceso a la salud… la tenemos todos los mexicanos, sin distingos, qué bueno que hubiese una boyante economía para apoyar con mayor énfasis a nuestros hermanos latinoamericanos, pero el circulante es escaso raquítico,.
Si no pregúntele a la bolsa de tanto mexicano que gasta casi la totalidad de su salario en trasladarse a su trabajo por los elevados costos de “nuestra gasolina” ayudar a otros y dejar a los de casa no checa.
El periplo calderonista en las postrimerías de su salida huele mal deja un tufo hediondo, como en las leyes físicas a toda acción corresponde una reacción de la misma intensidad en sentido contrario la respuesta de nuestros sensibles vecinos norteños no se hará esperar, al ex presidente López Portillo lo dejaron colgado de la brocha, a usted Sr. presidente ¿de dónde lo colgarán?
Si tan solo se hubiese apoyado en los mexicanos y negociado con otras naciones otro gallo nos cantara.
En tanto eso ocurre, los campesinos y ganaderos, obreros, vendedores registrados y ambulantes, prestadores de servicios, etc., lucharemos para sobrevivir, con y sin usted, más sería infinitamente fácil hacerlo con ayuda del gobierno, que a nosotros se nos niega y se otorga a otros países con dinero obviamente del propio.
Por eso como dice el refrán “no hay mal que dure cien años, ni enfermo que lo aguante”. Eso ha salvado y salvará a México.
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