Me puse mis audífonos y saqué unos cuantos cacahuates que tengo en un cajón de mi oficina. Me serví un vaso de agua porque no tomo refresco, y me preparé cómodamente a ver en mi oficina los 34 minutos del monólogo del gobernador de Tamaulipas.
Admito que tenía más de cinco años, desde que Cabeza de Vaca asumió el poder a finales de 2016, que no perdía mi valioso tiempo en escucharlo y menos verlo. Por cierto, lo vi más obeso. Pero me ganó la maldita curiosidad de periodista.
Para abrir plato confirmé que sigue siendo muy malo en el uso del micrófono. Ha de ser de esos alumnos problema para los maestros de oratoria que ha tenido desde que fue diputado federal en 2000, cuando se fue en la bola con la victoria de Vicente Fox Quesada, su padrino político.
Luego, cuando en 2004 ganó la alcaldía de Reynosa como candidato del PAN, sus nexos en negocios con dinero público con amigos de los hijastros de Fox, hijos de Marta Sahagún, fueron confirmados con la incrustación de funcionarios llegados de otros Estados. Pero esa es otra historia.
Volviendo al monólogo, creanme que estuve a punto de ir al Oxxo a comprar una caja de Klennex para enjugarme las lágrimas al escucharlo decir que es “perseguido político” de Santiago Nieto, a quien apodó “Sicario” Nieto quien, según él, como director de la UIF engañó con documentos falsos al presidente de México.
Pero cuando estuve a punto de soltar la carcajada, no se si por tanto cinismo y mitomanía, fue cuando dijo no una, sino dos, tres y hasta cuatro ocasiones, que pediría a la Fiscalía General de Tamaulipas investigar a Manuel Muñoz Cano, Ricardo Gamundi y pedir la colaboración de Nuevo León sobre el crimen de Sergio Carmona.
No tengo dudas de que Cabeza de Vaca está perdiendo precisamente su segundo apellido a
menos de un mes de las elecciones para gobernador de Tamaulipas, porque su candidato “el Truko” no levanta en las encuestas. No despega, al contrario, se hunde.
Y hasta ayer 10 de mayo, frente a la prensa, se acordó del asesinato de Rodolfo Torre Cantú en 2010. Y no porque siga en luto y muy indignado por lo sucedido al entonces candidato del PRI, sino porque dos ex tricolores, Gamundi y Muñoz Cano, apoyan la campaña de Américo Villarreal Anaya.
Cabeza de Vaca se refirió al PRI “que por muchos años le hizo tanto daño a Tamaulipas”. Pero solito se metió un balazo en la pata, porque ese partido es parte de la alianza, junto con el PAN y el PRD, que respaldan la fallida candidatura de “el Truko”.
El gobernador amenazó dos veces. Primero con la joya: “Tengo para todos. Créame lo que les digo”. Y se echó otra que no dejará dormir a muchos: “Todo aquel que me señale le voy a contestar. No será la primera ni la última”.
Eso de salir a defender su honor a tres semanas de la cita a las urnas refleja la derrota anticipada de su candidato que, en la desesperación, ofreció liposucciones gratuitas. Una oferta electoral que provocó burlas y memes. Otro clavo al ataúd del PAN y sus indignos aliados.
El ejecutivo anda de mal humor, echando espuma por la boca. Quiere intimidar y asustar con el petate de un muerto político en que se ha convertido. Que infla el pecho para las cámaras, pero que en realidad está planeando su huída como prófugo de la justicia.
Casi se me atora en la garganta un cacahuate cuando advirtió: “Seré gobernador de Tamaulipas hasta el último minuto de mi mandato”. La verdad, lo dudo. Y quien me quiera apostar, mándenme un mensaje por inbox.