No tengo dudas de que el primer panista de México, el presidente Felipe Calderón Hinojosa, quiere limpiar la casa de militantes albiazules que han llevado al desprestigio y, peor aún, a perder elecciones a ese organismo político después de julio de 2006, cuando retuvieron con dificultad y bastantes dudas la presidencia de la República.
Sin mayores explicaciones, porque ninguno de los dos eran tan importantes como se sentían, Germán Martínez, el dirigente nacional del PAN, sacó de la jugada a dos personajes porque el riesgo de mantenerlos en la vitrina era muy alto: Adalberto Madero Quiroga, en Nuevo León, y Francisco García Cabeza de Vaca en Tamaulipas.
Ambos, el primero alcalde en funciones de Monterrey y, el segundo, ex alcalde de Reynosa, mínimo merecían estar en la lista de diputados federales plurinominales. Aunque la caída de Madero Quiroga fue más vergonzosa, pues de sentirse candidato al gobierno de Nuevo León, con terminar su cuestionada administración se debe dar por bien servido.
El alcalde regio y su correligionario de Tamaulipas cometieron el mismo pecado: creyeron que merecían una veneración al interior de su partido casi guadalupana.
Madero Quiroga y Cabeza de Vaca –amén de sus debilidades por el dinero ajeno, sobre todo el segundo que se hizo rico de la noche a la mañana–, vendieron a los electores la idea de que serían diferentes a los priistas.
Pero sus administraciones decepcionaron: resultaron igual o peores de cuestionadas.
En Nuevo León el Comité Ejecutivo Nacional de Acción Nacional eligió de manera directa a Fernando Elizondo Barragán, como su candidato a gobernador, y a Fernando Larrazábal para la alcaldía de Monterrey, marginando a Madero Quiroga de cualquier posibilidad de competir. Ni una diputación local plurinomonal mereció.
En Tamaulipas, por su parte, Cabeza de Vaca regresó con la cola entre las patas a su curul en el Congreso local, después de que semanas atrás solicitó licencia porque –aseguró– buscaría la diputación plurinominal para seguir manteniendo esos sueños guajiros de ser candidato a gobernador en 2010.
A Madero Quiroga y a Cabeza de Vaca los padrinos que algún día presumieron tener dentro del CEN del PAN ya no están. Uno de ellos, según presumía el ex alcalde de Reynosa, era el difunto Juan Camilo Mouriño, con quien aparecía constantemente en fotos en los medios a manera de inserciones pagadas con recursos municipales.
Fernando Elizondo Barragán y Fernando Larrazábal Bretón son los rostros de un PAN en Nuevo León que no está lejos de recuperar la gubernatura y mantener la alcaldía regia, respectivamente, porque los primeros sondeos y encuestas pronostican que ambas contiendas serán cerradas contra los candidatos del Revolucionario Institucional.
Elizondo Barragán ya fue gobernador interino de Nuevo León durante nueve meses y una de sus estrategias de campaña es vender su experiencia dentro de la política, pues dentro del gabinete de Vicente Fox Quesada fue titular de la Secretaría de Energía. Tiene también a su favor que es parte de una familia que pertenece a la elite empresarial del Estado.
Larrazábal Bretón, por su lado, es ‘il capo dei tutti capi’ del grupo de panistas de San Nicolás de los Garza, municipio de donde ya fue alcalde, pero se jugará la alcaldía de Monterrey ante Abel Guerra Garza, dispuesto a dejar la armadura, el escudo y la lanza para combatir cuerpo a cuerpo hasta levantar el estandarte enemigo como señal de victoria.
Mientras para Madero Quiroga y Cabeza de Vaca –dos panistas de Estados vecinos– coinciden en muchas cosas, sobre todo en una principalmente: su ambición fue su perdición.
A dos meses y medio de la elección, los privilegiados serán los espectadores de las primeras butacas. Y hay que reservar una, al precio que sea.
hhjimenez63@hotmail.com
Discussion about this post