No soy dado a ver la “cajita mágica” televisión o lavadero de cocos como usted quiera llamarle. Lo hago cuando hay alguna noticia por conocer, o un evento para saber su desarrollo, pero esta vez me tocó observar algo inusitado.
Al estar de visita en la casa de una amistad, viendo un programa de aficionados infantil-ellos no tienen la culpa- pero sus padres sí y los sedicentes vendedores de baratijas por televisión, tratando de ser cantantes actores y poetas, –fuese loable si hubiese cierta calidad como hace muchos años había en la radio un programa llamado los niños catedráticos– se fomentaba con ello la cultura, despertaban los sentidos cognoscitivos y los deseos de “SER” alguien en la vida.
Aquí, con este programa infantil, alguien equivocó el rumbo con el propósito de gozar las delicias de un pueblo ignorante y sumiso, apoyado en dádivas para subsistir y matar sus deseos de obtener un desarrollo personal, “el famoso socialismo de los vividores del poder”, mantener a un grupo social pagado con los impuestos de los que trabajamos como ayuda social.
En otro nivel pero de mayor intensidad, se da en el vecino del Norte donde se gastan 258 billones de dólares anuales para mantener una caterva de holgazanes, –lo dijo un legislador no lo digo yo– norteamericanos nacen, crecen, viven y mueren dentro de los programas sociales, sin dar golpe en su vida, en la hueva total y absoluta, al fin y al cabo el gobierno nos da. No es el gobierno, son los impuestos de los que se atreven a trabajar pero a estos se les llama Pentontes.
Así ocurre con algunos socialistas mexicanos incrustados en algunas campañas políticas, hay que repartir lo ajeno, pero si les llegan a lo propio con la pillería, contra el mismo no se vale, y así vemos a los Cárdenas Solórzano y a los hijos de papi de Salinas, de Zedillo etc. viviendo de las arcas nacionales, de los que usted paga cuando compra en algún supermercado y de los muchos que pagamos un impuesto en aras de obtener seguridad y una ciudad pacífica, en un país perdido entre los mares de inmundicia de los gobiernos municipales, estatales y federales.
Nada queda afuera, todo está en el batido y tampoco pregunte por partido político alguno, pues todos andan en lo mismo sin excepción. Millonadas para sostener campañas políticas y panzas aventureras, mientras el trabajador está en el filo de la navaja entre si muere o no, pues nada alcanza para mantenerlo con vida, esclavizado para mantener una familia y un gobierno sedicente.
¿Quiere saber el origen del crimen? ¡esa es la respuesta! La corrupción que se señala pero no se combate, definitivamente no somos iguales.
Las campañas no despegan, es el clamor. Como pueden despegar con la inseguridad y hambre existente, si en vez de ofrecer propuestas valederas que nos lleven a un destino próspero y pacífico, se la han pasado echándole al candidato del PRI, que si el copete, que si no terminó lo que prometió, que si la esposa murió de tos, lo que se le ocurra, pero de proponer un sistema de gobierno diferente, nada; así de simple nada, nada.
Soy mejor que Juan porque lo digo yo y bla, bla, bla. Si eso es hacer política estamos jodidos; Josefina puede ser una economista verdadera y ser muy buena en lo suyo pero en política, al menos lo expuesto, el balance es negativo; Andrés Manuel ha perdido frescura, el tiempo lo dejó atrás, repite lo mismo de campañas anteriores y la mención de un ejecutivo federal más imaginario que los programas televisivos. No despegan, ojalá lo hagan. México necesita la pluralidad.
Eso y más merecemos por tener los gobiernos que aplaudimos hasta el hartazgo, los vítores, las virgencitas y los dadores de dinero tal vez inclinen la balanza si, mientras el pueblo los deje hacer.
Somos más, lo han dicho hasta el cansancio, pero no nos sabemos entender y esa es la ganancia de los vivales.
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