Era el martes 19 de noviembre del 2024, poco antes de las cuatro de la tarde fue el sexto lanzamiento de la estructura conocida como el Starship de SpaceX, que traducido al castellano significa “Nave estelar” la cual estaba construida en sus primeras versiones de acero inoxidable 30, un tecnicismo que para los conocedores implica la resistencia mecánica y capacidad para soportar temperaturas criogénicas, las cuales se refieren a rangos de temperatura extremadamente bajos, típicamente por debajo de -150 °C, lo que las hace cruciales para aplicaciones científicas, industriales y sobre todo espaciales.
Esta cápsula de “Starship”, la empresa SpaceX la hizo evolucionar y posteriormente se hizo del acero inoxidable 304L, otro tecnicismo cuya estructura molecular le da mas resistencia para lo que es utilizado en este frenética carrera espacial que tiene Elon Musk.
Pues bien, estimado lector, después de ver el lanzamiento mencionado en tiempo real, pudimos ser testigos de toda la parafernalia que conforma este tipo de actividades que se nos vende como la mágica era espacial.
Gritos de euforia por parte de los testigos presenciales acompañados de una cuenta regresiva previo al mencionado lanzamiento.
Una vez iniciado el lanzamiento es cuando podemos ver eso que parece humo y en realidad es una combinación de vapor de agua, gases criogénicos evaporados y, en menor medida, residuos de combustión del metano utilizado, así como la combustión en forma de fuego que este último produce. De esta manera en menos de un minuto esta estructura tan publicitada alcanzó la vertiginosa, descomunal y enloquecedora velocidad superior a los mil kilómetros por hora y superó la altitud de ocho kilómetros, la tecnología en toda su soberbia.
En tiempo real podíamos escuchar el ruido que hacia la nave al penetrar en la estratósfera, alterando el ecosistema que la pretendida colonización del espacio trae consigo como característica inherente a todas las colonizaciones que han existido en la historia de la humanidad; Alejandro Magno, Hernán Cortés y Fernando de Magallanes, entre otros, fueron colonizadores que alteraron sistemas de vida para bien de la humanidad.
La máxima velocidad alcanzada fue de 5,592 kilómetros por hora logrando hasta ese momento una altura de 63 kilómetros (Mesosfera) a los dos minutos y treinta y ocho segundos después de haber sido lanzado, pero siguió ascendiendo hasta lograr una altura máxima de 97 kilómetros (Termosfera) a los cuatro minutos después de haber sido impulsado desde Boca Chica.
Cabe señalar que se considera que el espacio exterior comienza a unos 100 km sobre el nivel del mar, conocido como la Línea de Karmán.
A los cuatro minutos con siete segundos comenzó a descender por gravedad a una velocidad superior a los 1,500 kilómetros por hora y en su caída llegó a los 4,204 kilómetros por hora cuando estaba a 23 kilómetros de altura (Estratosfera). A los 13 kilómetros de altura ya era visible desde la tierra y un kilómetro antes de caer en las aguas del Golfo de México se pudo ver que de la nave salía fuego en una caída libre a mas de mil kilómetros por hora a los seis minutos con treinta y cinco segundos después de haber sido lanzado.
De esta forma a las 4:07 PM con quince segundos cayeron en las aguas del mar las más de 120 toneladas del “Starship” con otras tantas toneladas de metano liquido que terminaron con una dramática y apocalíptica explosión sobre la fauna marina, moluscos, crustáceos, peces, reptiles marinos, cuyas especies no tenían la menor idea de que ese día sería su desgarrador y abrupto desenlace como daños colaterales en la ya mencionada colonización del espacio del multimillonario y ahora super asesor del presidente electo Donald Trump, Elon Musk.
Para todas esas especies marinas por las que el snobismo espacial no tiene un espacio de consideración: “Requiem aeternam dona eis, Domine” que significa “Concédeles el descanso eterno, Señor”. ¿Alguien pedirá una explicación frente a este magnicidio marino? ¿Habrá alguna regulación para futuros lanzamientos?
El tiempo hablará.