No es fácil destruir un país como México, con una historia de lucha, de esfuerzo y de trabajo de millones de personas que diariamente se levantan para trabajar, para estudiar, para hacer más grande y fuerte a la nación.
Sin embargo, desde la cúpula del poder, desde el gobierno, se puede hacer mucho daño al país y es posible hasta llegar a destruir lo que tantos años ha costado a las y los mexicanos construir.
Eso es la que ha venido haciendo el actual gobierno de la república. En estas líneas haré una breve reseña de cómo han logrado casi destruir a nuestro México desde la Presidencia de la República, en siete sencillos pasos.
Con excepción del primer paso, que lo dieron millones de mexicanos en las urnas, todos los demás son de responsabilidad directa del Presidente López Obrador.
Paso uno: Elegir a un populista como Presidente de la República. En 2018 las y los mexicanos soñaron con un líder que, con mentiras y falsas promesas los embabucó, porque los populistas no buscan el progreso del país ni el fortalecimiento de la patria, lo que quieren consolidar es su proyecto político a costa del futuro de México.
Paso dos: Eliminar programas de apoyo social existentes como el seguro popular, las guarderías públicas, el FONDEN, y los fideicomisos creados para apoyar a estudiantes, deportistas, para impulsar la ciencia y la tecnología. Instituciones como el CONACYT, que desde hace décadas patrocinaba el estudio de los estudiantes más brillantes, tanto en el extranjero como en las mejores universidades del país, también fueron desmantelados.
Con esta acción destructiva se compromete el futuro del país, se deteriora la salud pública, se carece de recursos para afrontar desastres naturales, como el que desde hace casi un mes azota la ciudad de Chalco, en el Estado de México y se cancela la educación de calidad. Cabe señalar que el cierre masivo de guarderías afectó principalmente a millones de mujeres que tuvieron que dejar de trabajar.
Paso tres: Garantizar la impunidad a los grupos criminales. Con este paso se destruye de manera rápida el tejido social, ya que, en lugar de combatir el narcotráfico, se pactó con ellos para contar con “apoyo logístico” en los procesos electorales, por llamarle de algún modo. Los cientos de candidatos asesinados en el último proceso electoral y los otros más que renunciaron a sus candidaturas por amenazas de muerte, le ha dado resultado al sistema oficialista.
Paso cuatro: Despilfarrar los recursos de la nación. No se trata de los recursos del Presidente ni de su partido político, sino de todos los mexicanos, en una pensión universal que, según estudios de expertos de la UNAM, lejos de revertir la desigualdad social las está agravando. Además, se han recortado recursos a todas las dependencias federales, o se han eliminado algunas, para entregar dinero sin ton ni son, que no resuelven los problemas de la mayoría de las familias, y que en muchas otras ni siquiera es necesario.
Paso cinco: Controlar a las Cámaras de Diputados y Senadores, con el apoyo de las autoridades electorales previamente seleccionadas por el oficialismo, para dotar de una descarada sobre representación al partido MORENA y sus aliados. Así, la Constitución será materia de cualquier reforma que se le ocurra al Presidente actual y líder moral del partido en el poder, haciendo constitucionalmente válidos temas que claramente violan las garantías individuales.
Paso seis: Eliminar órganos autónomos que han demostrado su efectividad. Los primeros en ser absorbidos por gobierno, para dejar de ser autónomos y decidir lo que mande el oficialismo, serán el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI); el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT); el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL); la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) la Comisión Reguladora de Energía (CRE) la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) y el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación (Mejoredu).
Estos son organismos que le estorban al presidente porque son contrapesos reales al poder, que evitan arbitrariedades, como el negar información pública a quienes los soliciten, regular la competencia entre los entes económicos para evitar la competencia desleal y regular las operaciones de compra y venta de hidrocarburos. Eliminarlos traerá consecuencias con los socios comerciales, especialmente con Estados Unidos y Canadá, ya que el TMEC se contemplan esos órganos para dirimir controversias.
Paso siete: Quebrar al Poder Judicial, para sustituir a los jueces, magistrados y ministros que obedezcan ciegamente al oficialismo, dejando al garete los derechos de las y los mexicanos. Sólo falta que también quiera quitar la autonomía al Banco de México para manejar la política monetaria con fines políticos y no económicos, como se hacía antes, cuando llegamos a tener inflación de tres dígitos.
Ya lo advirtió el Embajador de Estados Unidos, estas acciones para desmantelar las instituciones pueden tener consecuencias negativas para el país. En lugar de recapacitar, el presidente lo regañó y declaró que va a pausar la relación con la embajada hasta que se disculpe, pero irónicamente dice que la relación bilateral con el país vecino y con su amigo, el Presidente Biden está en las mejores condiciones, cuando todos sabemos que el Embajador de Estados Unidos no es un gringo cualquiera, es el representante de ese país ante el nuestro.
En fin, en los pocos días que faltan para terminar su mandato se ha empeñado nuestro presidente en destrozar el país para entregar a la presidenta electa los restos de lo que ha sido México.