Digan lo que digan muchos críticos y a pesar de la mala imagen por la narcoviolencia, México es un país de enorme felicidad quizá por el enorme aguante del que hace gala en los momentos más difíciles. País de fiestas y de chistes a granel por todo, incluidas las tragedias, da ejemplo de fortaleza y buen humor sin perder su fe en el futuro, no obstante la clase política que debe soportar, de todos colores y sabores o siglas.
País al que desean sumarse muchos extranjeros que no entienden por qué nos quejamos tanto de nuestra querida tierra, pues están convencidos de que “como México no hay dos”. Y por eso hay filas y filas de esperanzados advenedizos para recibir sus cartas de naturalización.
Sí es cierto que padecemos el flagelo de la corrupción o del chantaje político de grupos de vándalos, y que tenemos una muy mala imagen por las noticias sobre los cárteles de la droga cuya violencia nos ha estigmatizado en todo el orbe. Imposible negar nuestros males añejos y los problemas sociales, como la pobreza y la marginación con su consecuente pésima escuela pública, que acarrea la injusticia y la inequitativa distribución de la riqueza.
Y, sin embargo, hay voces en el mundo que desean conocer lo bueno de México. Y hay figuras del jet set y del deporte internacional que, una vez internados en nuestro territorio, se deshacen en elogios hacia nuestra hospitalidad y buen trato, al grado de sentirse tan a gusto que no la pensarían dos veces para quedarse a vivir aquí, como lo ha dicho la ex pareja del futbolista portugués Ronaldo, quien juega con el Real Madrid actualmente.
En efecto, la modelo rusa Irina Shayk, en un arranque emocional por lo bien que le fue durante su estancia en México a fines de febrero, afirmó que verdaderamente le gustaría vivir aquí, destacando la rica comida que se cocina en nuestro país, pues además se deshizo en aplausos para el “pico de gallo” y para quien lo haya inventado.
La palabra “mexicanización” no solamente tiene una connotación negativa al subrayar el pavor que causan los delincuentes del crimen organizado con la narcoviolencia así como las movilizaciones de grupos de choque en algunos Estados del país. No. No hay que propalar solamente los agrios comentarios discriminatorios del excéntrico ricachón Donald Trump o las versiones de algunos ignorantes que hablan pestes de México sin conocerlo y sin haber estado aquí y, menos, de los resentidos que no han podido salirse con la suya en algún negocio con nuestros connacionales.
Hay que seguir ponderando los Óscares ganados por el director de cine Alejandro González Iñárritu (3) y por el director de fotografía Emmanuel Lubezki (1). Estos siguieron a los dos ganados en 2014 por el mismo Lubezki y por el director Alfonso Cuarón. No es cualquier cosa este triunfo en el séptimo arte.
Y hay que difundir por todos los medios, una y otra vez, el mensaje de la película con sustento filosófico que pone a pensar y cuestionarse la existencia humana, con sus éxitos y sus fracasos, porque Birdman, aun compleja y muy difícil de descifrar, es una historia tomada de un cuento de Raymond Carver “De qué hablamos cuando hablamos de amor” que nos lleva a preguntarnos qué es amar y hacia donde nos llevan las relaciones humanas.
Y “La inesperada virtud de la ignorancia” nos recuerda a Sócrates el griego quien hizo de la ignorancia una virtud. “Yo sólo sé que no sé nada”, decía con soberana humildad tan ilustre filósofo.
Imaginar, volar como los pájaros y crear, crear, crear es lo que nuestro país debe seguir haciendo como lo ha hecho desde dos mil años antes de Cristo cuando aparecieron los Olmecas, nuestra cultura madre, en tierras veracruzanas y tabasqueñas.
Porque les guste o no les guste a muchos, “como México no hay dos”, a pesar de los políticos que padecemos junto con sus partidos, y del lastre del crimen organizado o la mala conducta de los anarquistas y violentos sociales. México es una marca muy especial y muy distinta a esa mancha imborrable que no denigra. En una buena balanza, lo bueno pesa más aunque lo malo haga más escándalo y logre mayor difusión masiva. ¡Viva México, cabrones!…
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