Como consejero electoral que he sido, aprendí que, al menos en teoría, uno de los fines del Instituto Electoral de Tamaulipas es velar por la autenticidad y efectividad del sufragio, amén de sus principios básicos que son: certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, máxima publicidad y objetividad, en últimas fechas le agregaron la de paridad de género. Todo esto suena muy bien, pero creo que dados los hechos que han sucedido en el Congreso de Tamaulipas hay un pendiente flagrante para con la sociedad. Paso a explicarme.
Algunas preguntas flotan en el ambiente: ¿A quién pertenece la curul, al partido que postula o al candidato que gana? ¿Hasta qué punto el candidato ganador está obligado a ceder su curul en caso de no estar de acuerdo con la bancada a la que originalmente pertenecía?
Con la emblemática frase de Madero “Sufragio efectivo, no reelección” iban implícitas dos ideas, la primera era evitar la permanencia ad infinitum de cualquier persona, y la segunda que el voto aplicado a cierta propuesta política fuera asignado al que el ciudadano tenía en mente a la hora de votar, a nadie más. Hoy en Tamaulipas impera el cinismo de quienes sin el menor recato y pudor alteran la voluntad popular instigando, por razones oscuras, el cambio de partido en personas en quienes detectan una serie de carencias existenciales, así como materiales, y una vez detectadas estas, logran mercantilizar la efectividad del sufragio.
En las pasadas elecciones los resultados de Mayoría Relativa (MR) le dieron a Morena 16 diputaciones locales en Tamaulipas y al PAN 6. En número total de votos por este concepto la alianza del partido guinda y el PT sumaron 584,572 votos (40.90%) y el equipo azul 513,179 sufragios (35.90%), según datos recabados de la página del IETAM, de un total de 1,429,109 sufragios en todo el estado.
De las 16 diputaciones de MR que legítimamente ganó Morena, dos de ellas, distrito 11 y distrito 17, por extrañas razones se sumaron inmediatamente al PAN, de tal forma que de 16 de MR bajó a 14 curules ipso facto. Los 28,672 votos del distrito 11 y los 25,987 sufragios del 17 a favor de Morena no sirvieron de nada. En estos dos distritos, un total de 54,659 ciudadanos ejercieron su voto en balde a favor de Morena. Burla sin pudor del electorado. ¿Quién diseñó afectar así la autenticidad y efectividad del sufragio?
Los números actuales del congreso no coinciden con los números electorales que en teoría debían de haberlo conformado. Para efectos didácticos tendré que ser algo reiterativo, esto no es nuevo, mis maestras de primaria me tenían que repetir muchas veces las cosas para poder aprenderlas bien. El porcentaje obtenido por el PAN en las pasadas elecciones es del 35.90%, de haber tenido los curules que le correspondían tendría 13 (36.11%) del congreso, lo más cercano a la realidad electoral. Curiosamente tiene 15 curules (41.66%). Una extensión más de la burla original. ¿Quién diseñó afectar así la autenticidad y efectividad del sufragio?
Lo que altera más la autenticidad del sufragio es que hoy en día por una serie concatenada de acciones extrañas, el partido con menos votos en las pasadas elecciones, tanto para diputados locales como para las presidencias municipales, el PAN, es quien gobierna el congreso local. Tuvo menos votos en la elección y sin embargo por planes urdidos maquiavélicamente aquello de sufragio efectivo no se ve en el congreso. Una ratificación de la primera burla ya descrita. ¿Quién diseñó afectar así la autenticidad y efectividad del sufragio?
Cabe señalar que Carlos Castillo Peraza, un extraordinario ideólogo del PAN a lo largo de su trayectoria, y en línea con la enseñanza del fundador del PAN, Manuel Gómez Morín, luchó por la limpieza electoral y debilitar al régimen de partido único, para pasar del tiempo de los caudillos al de las instituciones. De esta forma impulsó la creación de organismos autónomos como el Instituto Federal Electoral para que se respetara en su más amplísimo espectro el voto ciudadano. No está ocurriendo así en nuestro Estado.
Por el contrario, se está sembrando en el subconsciente colectivo la muy lamentable idea de poder mermar la autenticidad y efectividad del sufragio ciudadano, siempre y cuando quienes arriben a un puesto de elección popular carezcan de principios de lealtad, su hambre por cosas materiales sea desmesurada e incontrolable y con ello asignarle a su curul un precio de compra venta para subastarlo, y en función de lo que se requiera llegarle al precio.
Estamos obligados como tamaulipecos a diseñar la normatividad necesaria para que esto no se repita, por el bien del sufragio efectivo y de los partidos mismos, pues toda la logística de los funcionarios electorales para lograr unas elecciones limpias se va al caño con políticos dispuestos a comprar y otros dispuestos a venderse.
El tiempo hablará.