La Ley sugiere, los partidos deciden, las cuotas de género contenidas en la legislación electoral, seamos claros, no garantizan que la mitad del congreso tamaulipeco y la mitad más una alcaldía serán gobernadas por mujeres.
La Ley sugiere, los partidos deciden.
Y en última instancia, la más importante, los electores definen quiénes sí y quiénes no serán legisladoras o alcaldesas.
Los partidos políticos tienen la instrucción, pero no el mandato de la ley que les obligue a postular a 22 candidatas a presidentas municipales y que la mitad de aspirantes a una diputación del congreso tamaulipeco sean del género femenino.
La elección del 2016 será cuesta arriba para la mayor parte de los partidos políticos precisamente porque desde que se fundaron no tienen una visión encaminada a la paridad de género, si no la tienen respecto a la integración de los propios institutos políticos que se convierten en el Club de Toby cada vez que eligen representantes (vean la lista de quienes se integrarán hoy al PRI nacional y chequen cuántas mujeres están ahí), menos tienen una representación política fuerte de mujeres experimentadas, con preparación para desempeñarse en el puesto que sea, ya como candidatas, ya como dirigentes de las facciones políticas.
Y no estoy diciendo que no haya mujeres con todas las aptitudes y preparación para dar la pelea por las diputaciones y las alcaldías, no, claro que las hay, en Tamaulipas abundan, solo que no participan en partidos políticos, ellas se mantienen lejos de esta campo porque ahí por tradición y costumbre quienes llegan son las familiares de los políticos hombres.
Lo vemos en el caso de Ciudad Victoria, en Susana Hernández Flores, Hermana de un ex gobernador, en la esposa de Ramón Sampayo, suplente de Francisco Javier García Cabeza de Vaca en la senaduría, un caso que se escapa, y no, es Matamoros donde la panista Leticia Salazar está impulsando a su hermana Verónica, es decir “todo queda en familia”.
Las mujeres preparadas en Tamaulipas están en todos los campos, son médicas, abogadas, ingenieras, maestras, amas de casa incluso que podrían muy bien competir por un puesto de elección popular, pero no, ese campo por antonomasia se define como “masculino”.
Romper esas inercias llevará años, no esperemos que este 2016 como por arte de magia Tamaulipas cuente con 22 alcaldesas y la mitad del congreso esté integrado por mujeres. Porque de ello dependerá cómo vote la gente.
Recuerdo una conversación con la maestra Lupita Flores, subsecretaria de Gobierno, quien aseguraba que las mujeres priístas cuando se les proponía participar no querían, optaban por mantenerse fuera de los reflectores, apoyando a los partidos pero sin ser pieza fundamental en las asignaciones de candidaturas.
No sé si esa visión se conserve ahora, esperemos que los partidos, todos, no se escuden en ese argumento absolutamente anacrónico y vayan a buscar otras opciones, incluso fuera de sus cuadros partidistas que pueden dar la sorpresa si tienen una buena campaña, si las apoyan y las mandan no a los municipios perdedores, que este es un punto básico, sino a aquellos donde la presencia del partido sea para ganar.
Las mujeres tienen mucho que dar en el campo de la política, pero en igualdad de oportunidades con los hombres, con dinero para las campañas, con libertad para definir quiénes integrarán sus equipos de trabajo, con respeto a sus ideas y su creatividad.
En Tamaulipas se abre un camino interesante desde ya, pero está claro que las mujeres aspirantes no pueden quedarse sentadas esperando a que las llamen, es preciso levantar la mano, plantarse y decir “aquí estoy”.
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