El pasado domingo 1 de julio se llevaron a cabo las elecciones federales donde se eligió nuevo presidente de la República, así como Diputados y Senadores al Congreso de la Unión; con este ejercicio democrático, han transcurrido los momentos políticos más importantes de los últimos años.
De lo más destacable, está el hecho de que la mayoría de los mexicanos ha determinado que el Partido Acción Nacional dejará de ostentar el poder a través del Ejecutivo Federal y con ello iniciará una nueva etapa del México moderno, del México contemporáneo.
El primer análisis obligado ante tales resultados, tiene que ver con el concepto de alternancia más allá de quienes resultaron ganadores.
El fenómeno de la disyuntiva política que millones de mexicanos han hecho efectiva en los últimos doce años en los diferentes procesos electorales constituye una tendencia que ha ganado estabilidad en su comportamiento.
Este fenómeno nos indica que para la ciudadanía ahora es mucho más importante el desempeño, la efectividad, la productividad y los resultados de los gobernantes que los principios, ideologías y en general lo que pregonan los documentos básicos de cada partido político.
Por lo tanto, quienes aspiren a ocupar un cargo público de elección popular, así como quienes dirijan los trabajos de los partidos políticos, deberán preocuparse más por el desempeño de los gobernantes y sus equipos de trabajo, so pena de tener repercusiones negativas en los procesos venideros y perder las elecciones inmediatas. Es decir, menos grilla y más chamba. Así de simple.
Debemos acostumbrarnos a la alternancia, pues una de sus principales ventajas es que sin duda eleva la competencia política y facilita el ejercicio exitoso de proyectos de gobierno. Si los partidos en el poder desean mantenerlo, están obligados a hacer las cosas bien. Están obligados a ser transparentes, honestos, prudentes, mesurados y profesionales en el ejercicio del gasto público. Ya no puede ser de otra manera pues de lo contrario una madura sociedad mexicana los esperará en la siguiente cita en las urnas donde seguramente les cobrará la factura respectiva.
Esa es la pauta que está marcando la democracia mexicana en este siglo XXI. Que sea para bien del pueblo de México.
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