La Selección Nacional Mexicana es el equipo de todos. Cuando se enciende el tema del Tri, desde el presidente hasta el gobernador se cuelgan de la camiseta del último defensa, buscando faulearlo, para que lo tomen en cuenta, que sepan que está en la jugada.
En algunas derrotas también conviene saltar de espontáneo a la cancha para recibir el foco de la cámara de TV. Y esas llamadas de atención son, de menos, penosas.
No es de mi interés hablar de los efectos que tuvo en los políticos el ingreso del Tri Sub 17 hasta la instancia última del juego final, donde fue derrotado merecidamente por Nigeria. No. Ya se sabe que los gobernantes están dispuestos a vender su alma a la maestra Elba Esther para obtener poder y reflectores. Bueno, solían hacerlo.
Me refiero a otros involucrados directamente en el juego, como Miguel Herrera, entrenador temporal de la Selección Mexicana que dijo muy horondo que se sentía satisfecho con el desempeño de los muchachos al terminar el mundial de cadetes en los Emiratos Árabes Unidos.
El Piojo ya está cómodamente instalado en su butaca como DT del Tri, aunque le dijeron que lo dirigiría durante dos juegos del tan manido repechaje contra Nueva Zelanda. Y desde ahí se da libertad para hablar de procesos, continuidades y rendimientos de todo el sistema federativo de selecciones.
Hasta ahora yo no he visto que se haya integrado a nada, Herrera, y no ha obtenido ningún reconocimiento. Si acaso puede recibir un diploma del Departamento de Bomberos del Distrito Federal, por entrarle a apagar el incendio que ocurrió al interior del combinado azteca y que, por supuesto, él no generó.
Lo chocante del ¿triunfo, fracaso? de los jóvenes sub 17 dirigidos por el Potro Gutiérrez es que, repentinamente, se volvieron los chicos favoritos de todas las polillas que siempre andan rondando en torno al deporte y que no hacen más que desgastarlo, atosigarlo, fastidiarlo en su acoso pandilleril.
No le quita concentración a la selección mayor que su entrenador felicite a los juveniles subcampeones. Pero sí lo reposiciona en el mapa mediático.
¿Por qué no hay por estos días notas sobre la concentración Tricolor, sobre los avances de lo que hace el grupo? Si antes de que se colocaran en el precipicio, cuando había fundadas esperanzas para que fuera obtenida la calificación “caminando”, había reportes alegres de sus novedades, obras sociales, comerciales.
Ahora lo que conviene es el silencio. Lo mejor, por ahora, es no insuflar las expectativas del público. Caso raro: antes cualquier noticia insignificante de los seleccionados era cacareada por las televisoras. Ahora, en cambio, lo que conviene es el prudente silencio, no vaya a ser que el público se dé cuenta de que el conjunto es un fiasco.
En tanto, el Piojo sale a dar la nota, aprovechando que la Sub 17 está en el candelero.
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