Hace poco, veía una nota de la BBC (casi para dummies) donde mencionan algunas posibles causas por las que el impacto del Covid-19 en Estados Unidos ha sido tan extremo. A la fecha de la nota, mediados de abril, referían que uno de cada cinco muertos en el Mundo por Covid-19 era estadounidense.
Una de esas causas era que no se respondió con oportunidad a la contingencia. El propio presidente Trump desestimó la gravedad de la pandemia ya desatada por todo el mundo. En esto al menos, no se podrá decir lo mismo de México, que inició acciones casi desde principios del año. Aunque, claro, siempre se va a reclamar al presidente López que no aislara al país, como hiciera el joven presidente salvadoreño. No tuvimos el fútil consuelo de tener nuestro “castillo de la pureza”, como el príncipe Próspero (Lean a Poe, tienen tiempo).
Otro factor que agravó las cosas para nuestros vecinos norteños fue, y sigue siendo, que no cuentan con un sistema salud de cobertura universal. En México sí tenemos, en no muy buenas condiciones, aunque ampliado durante este gobierno federal. Sí se puede reclamar por esto, hasta en términos de insultos, pero no a este gobierno sino a gobiernos prianistas, sobre todo post salinistas, que en términos generales ha sido una sucesión de presidentes, pero el mismo gobierno.
Otro factor que menciona la BBC es la falta de coordinación entre los estados y con la agencia estadounidense que debería dirigir la estrategia contra las epidemias. En México, se ha destacado una estrategia nacional razonablemente sólida, aunque con confusiones que hasta mismo Presidente ha causado. Sin embargo, la coordinación de los estados no es óptima.
Constantemente se “denuncian” carencias y omisiones atribuibles al gobierno federal, poniendo al presidente López y al doctor López-Gatell como “cabezas de turco”.
Así llegamos a este momento, la Fase 3 de la epidemia, tan temida. A estas alturas, el impacto en contagios y vidas no ha sido tan tremendo como en Estados Unidos. Pero esto apenas empieza.
No pocas veces, la Organización Mundial de la Salud ha reconocido las acciones de México contra la epidemia. Incluso recién la ONU ha avalado una iniciativa mexicana sobre el tema, ya planteada por el presidente López ante el G-20. Desde afuera, nos ven bien (salvo algunos medios preocupados por otras cosas, no por los mexicanos).
La estrategia nacional ha dado resultados, no definitivos aún, pero notorios. Aunque esa estrategia considera e incluye el papel de las secretarías de Salud estatales, algunos gobernadores han ido un poco más allá. La laxitud del gobierno federal en algunos temas políticos, ha envalentonado a gobiernos de todos los colores dándoles un matiz de cacicazgos. Así desfilan en la pasarela del oportunismo sujetos como Barboza, en Puebla; Bonilla, en Baja California; Alfaro, en Jalisco; Rodríguez, en Nuevo León; Cabeza de Vaca, en Tamaulipas; Riquelme, en Coahuila… Y así, más los que se acumulen.
Si no en todos, en una buena parte de estos casos, hay una desesperación por salir de la cuarentena y reanudar las actividades económicas (¿“trumpitos” nacionales?).
Un deseo encomiable que comparten, creo, la mayoría de los mexicanos. Pero como Dios no cumple antojos ni endereza jorobados, la señal de arranque desde el gobierno federal no se ha dado. Es verdad que las pequeñas y medianas empresas, las famosas PYMES, son las que están padeciendo por culpa de doña Susana Distancia. Pero no es la primera vez que sucede. En otras crisis económicas, también se afectó a estos empresarios que, eventualmente, o desaparecieron o debieron empezar desde menos cero, siempre con desventaja respecto a las grandes empresas (esa autonombrada élite mesiánica del empleo).
Así y todo, en plena Fase 3, con las restricciones de cuarentena, sana distancia y paralización de actividades no esenciales, veo más prisa en reactivar a las grandes empresas, incluso contra las disposiciones que ya se han establecido y anunciado nacionalmente hace más de un mes.
Yo veo más bien presión desde los grandes empresarios (tribunos siempre en las decisiones de gobierno estatales), los que no lloran por no poder pagar sueldos, sino que lloran por tener que pagarlos, así sean raquíticos. La crisis económica mundial y la pandemia, no fueron obra del gobierno federal. Si acaso la pandemia (epidemia en México) sí le cayó como anillo al dedo al presidente López que no ha podido concretar todavía un cambio de régimen (no de gobierno) que, aunque todo indica que también es un régimen capitalista, sí está enfocado a cambiar el sistema económico. Esto es lo que los empresarios y políticos sediciosos temen reamente, las PYMES tienen cosas más concretas e inmediatas de qué ocuparse.
Y bueno, en la Fase 3, y las que vengan, seguimos en riesgo, no por la estrategia federal que hace lo que puede con lo que tiene y contra los que puede, sino por al menos uno de los factores que fue fatal para Estados Unidos: la descoordinación de los gobiernos.