Dice la actriz Angélica Aragón que en nuestro país el problema de las adicciones la propició el mismo Estado mexicano al explicar claramente en qué consisten las drogas y cómo deben consumirse.
En una plática sostenida hace algún tiempo en Tampico, donde se realizaba el encuentro literario Letras en el Golfo, la actriz atribuía a la información detallada que provenía del propio gobierno federal que muchos jóvenes decidieran aventurarse en el mundo de los estupefacientes.
Y sin asomo de duda aludía a esos organismos que crearon para combatir las adicciones la responsabilidad de este fracaso palpable dado que el número de personas adictas se ha incrementado en el país, pese a las campañas que realizan.
Al escuchar a Angélica hablar en esos términos no podemos más que hacer memoria y recordar cómo los anuncios en la televisión eran muy ilustrativos sobre la forma de elaborar un cigarro de mariguana o como se inhala la cocaína, o qué productos se mezclan para ocasionar el grado de euforia que la gente busca en los estupefacientes.
Hoy no hacen falta los anuncios, esas situaciones se plantean todos los días en horario familiar en las telenovelas y programas de las dos televisoras nacionales.
En esos programas cocinados al vapor dan a entender que eliminar una adicción es de lo más sencillo, basta llorar y desesperarse.
Pero a pesar de las campañas de concientización, las cifras que se manejan en la Encuesta Nacional de las Adicciones se establece que en México se incrementó el número de personas que han probado las drogas, de 3.5 a 4.5 millones.
Carmen Fernández Cáceres, directora nacional de los Centros de Integración Juvenil, expuso esas cifras en una entrevista.
Si ellos, que son los encargados de combatir esta enfermedad, admiten que el número de adictos se incrementa, entonces su labor no está dando resultados porque se supone que las cifras con su trabajo deben disminuir no aumentar.
Y a esos números hay que agregarle los nueve millones de bebedores y los trece millones de fumadores.
Esas adicciones son un serio problema de salud que deriva en problemáticas más complejas como abuso sexual, violencia intrafamiliar y daños a la economía en general.
Es el momento de plantear la conveniencia de la existencia de esos organismos creados por gobiernos de los tres niveles cuyo objetivo es combatir las adicciones, porque con ellos pasa algo similar como con las policías que se han convertido en aliados de los delincuentes y en ambos casos funcionan con el dinero de los contribuyentes que finalmente se ven afectados por su deficiente trabajo.
Es necesario replantear su funcionamiento y sus resultados, para no seguirle echando dinero bueno al malo.
¿Y AHORA QUE HAGO?
Nos cuentan que en Reynosa, en una colonia popular, vieron a uno de los custodios que colaboró en la fuga de los 17 reos del penal.
El hombre traía el dinero que le pagaron, una buena cifra, pero ahora tiene que huir de esa frontera y dejar a su familia.
Esa disyuntiva no la previó cuando aceptó ayudar a los delincuentes y hacerse de dinero fácil.
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