Una cantante grandiosa y una gran diosa.
Bertha Elisa Noeggerath Cárdenas, nació el 29 de julio de 1955 en Matamoros, Tamaulipas, hija de Alberto Noeggerath y de Gloria Cárdenas quienes procrearon dos hijas, Bertha Elisa e Isabel. En 1985 conoció a Luis Mircoli, un productor y compositor musical argentino con quien Dulce contrajo matrimonio en 1986 y al año siguiente tuvieron una hija única a quien pusieron por nombre Romina.
Lamentablemente esta insigne cantante matamorense falleció este 25 de diciembre.
El 8 de marzo del 2024 Dulce me envió un audio por WhatsApp en mi calidad del entonces cronista de la ciudad de Matamoros para ponernos de acuerdo y escribir de viva voz parte de su Historia como un digno homenaje de la Ciudad a la mejor cantante que ha dado este punto geográfico al mundo. Dicha distinción a esta perilustre tamaulipeca no se pudo realizar por motivos de salud. Estaré escribiendo pasajes de su vida que nos iluminen la esencia de mujer, cantante, amiga, madre y esposa que ella fue.
Inició su carrera musical en Monterrey con una banda de nombre “Toby y sus amigos” el 15 de septiembre de 1974 y como su nombre real era muy largo el líder de esta banda le dijo: “Tú te llamaras Dulce”. Ella lo aceptó sin problemas y sin saber que ese sería su apelativo para toda su vida.
Ella misma decía que en aquel entonces pensaba que era dulce del momento y con el tiempo se había convertido en caramelo macizo, así era irónica consigo misma, utilizando la ironía para abordar sus peculiaridades de manera ligera y desenfadada.
Entonaba desde muy pequeña al grado que en 1969 a los 14 años ya se presentaba en el bar del entonces hotel Holiday Inn en la calle Álvaro Obregón, hoy el edificio del Consulado americano, y cobraba por sus presentaciones. Se maquillaba y se ponía tacones para disimular su edad; en alguna ocasión fue a Matamoros el líder del Sindicato Único de Trabajadores de la Música Venus Rey a quien le habían contado de la niña prodigio de Matamoros que era muy talentosa y que cantaba en un bar.
Después de escucharla el líder se quedó fascinado y decidió darle un permiso especial para que Dulce pudiera cantar en ese bar sin problemas por la edad.
Estudio en la preparatoria Juan José de la Garza y era tal su vocación por el canto que cuando concluyó esta etapa de su vida académica ya quería probar fortuna en el canto, pero su mamá le dijo:
-A mi primero me das una carrera con título y después canta lo que quieras.
Y como en esa época no había universidades en Matamoros fue entonces que decidió ir a la facultad de psicología en Monterrey, carrera que escogió por no tener matemáticas y que en realidad no le interesaba mucho pero que necesitaba para poder volar al mundo artístico.
Dulce llegó a la ciudad de México en 1973 a buscar fortuna como cantante en un bar llamado “El Rincón de Gabo”, ubicado en la colonia Roma. Este lugar era conocido por ser un punto de encuentro para artistas, músicos y bohemios de la época. Y el destino como fuerza inevitable que influye inexorablemente en los seres humanos hizo que el actor Gonzalo Vega pasará por enfrente del bar y escuchara una voz que le pareció muy agradable, seductora y lo hizo detenerse, asomarse y exclamar para sí:
-¡Que padre canta esa niña! Un día vendré a verla.
Pues esa “niña” a la que se refería era precisamente nuestra Dulce tamaulipeca y matamorense, tan vulnerable como Gonzalo Vega al destino, porque sus vidas estaban marcadas sin ellos saberlo, por sus emociones intensas, deseos avasallantes y conflictos internos que los condujeron a los dos a situaciones imprevistas que los harían pareja.
Aún sin conocerse, Dulce en una ocasión que iba caminando con su madre en la Ciudad de México por Reforma frente al cine Latino entraron para ver qué películas había y vieron un poster de “El juicio de Martin Cortes” en el que aparecía Gonzalo Vega y quizá por cuestiones místicas que jamás se podrán comprobar científicamente Dulce quedó inexplicablemente atada a él y en ese momento con ese aire de soñadora que siempre tuvo le dijo a la Señora Gloria:
-Mamá, a este señor yo lo voy a conocer.
Su madre, asumiendo que era más un sueño irrealizable y sin poner mucha atención le devolvió el comentario con una pregunta muy casual:
– ¿Quién es?
-No sé mamá, se llama Gonzalo Vega.
Y a partir de este momento el destino tejía la urdimbre apasionada entre estos dos seres, comenzó a trabajar para que el actor y la cantante en ciernes, que era imposible que se conocieran por su distancia geográfica, existencial y de edad tuvieran un encuentro que resultó ser un fogonazo muy luminoso y muy intenso.
El conocido como Príncipe de la canción, José José, le recomendó a Dulce que fuera con un otorrino, el doctor González Parra en cuyo consultorio se encontró a un hombre recién operado de sinusitis que iba con el rostro tapado con un pasamontaña por el frio que hacía; ella solo podía verle los ojos y así, como guiados por el obstinado destino y el azar comenzaron a platicar estos dos desconocidos.
Ella mientras lo escuchaba se convencía de que le gustaban sus ojos, su voz y su porte sin aún saber que era el mismo que había visto en aquel poster en el cine Latino hasta que el mencionó su nombre:
-Me llamo Gonzalo Vega.
En ese momento Dulce sintió que le barajeaban su destino y una descarga de electricidad le recorrió toda su existencia. Se quedó fascinada y sorprendida por tener frente a sí a ese hombre que quizá ya la había conquistado mucho antes de conocerse.
Querido y dilecto lector, no exagero al decir que Dulce es la cantante matamorense y tamaulipeca más grandiosa de la historia y esto seguramente será por mucho tiempo. Partcipó en el proyecto “GranDiosas” que inició en el 2010 el productor mexicano Hugo Mejuto con cuatro mujeres, Rocío Banquells, Manoella Torres, María Conchita Alonso y obviamente Dulce; la idea fue reunir a figuras icónicas femeninas que, además de ser grandes intérpretes, hubieran dejado una huella importante en la música latina. Esta Historia continuará.
El tiempo hablará.