Más bien destruir se le facilita y de ahí que la especialidad del gobierno de derecha que encabeza Felipe Calderón, sea la antítesis de la edificación. Basta revisar sus discursos desde el inicio de su campaña, para encontrar los nichos de contradicción entre lo que se dice y se hace.
Derrumbar con arengas urgentes lo que tantos años costó, es tan fácil… que ha sido la cómoda vía por la que la ineptitud ha transitado airosa, desplegando irresponsabilidad administrativa en el empleo, el campo, las relaciones exteriores, la educación, la economía familiar y desde luego la paz.
Pero no me refiero a la paz focalizada como un estado de quietud que guardan las cosas materiales cuando existe armonía. Me estoy refiriendo, a la paz interior de quienes enarbolan los liderazgos en el PAN y en la administración federal sin excepción.
Es evidente que no hay paz interior. Debe haber inquietudes avasalladoras que perturban las decisiones torales y trastocan hasta la medula, la posibilidad de que la vida nacional, aunque sea a final de sexenio, sea edificante.
En estos momentos lo que se asoma en el discurso panista es la prisa por enmendar lo que se quedo en el cajón de olvidos de Vicente Fox y los grandes rezagos de esta administración.
Como ejemplo, la incapacidad para fortalecer el profesionalismo en el combate a los delitos contra la salud y la timoratez hipócrita basada en el “no es mi culpa”, que a cualquier neófito en análisis de asuntos de gobierno, le parecerían tan ilógicas como irresponsables; sin embargo, el fondo del nerviosismo panista no es que se les haya derretido el país en las manos, sino la sucesión del 2012. Ahí radica la raíz de la prisa presidencial por intentar maquillar las pifias sexenales con discursos de ataque a quienes ya van a cumplir 12 años fuera de la presidencia de la republica y 18, alejados totalmente de la procuración de justicia federal.
Antes de revisar la lista de compromisos fundamentales que el gobierno de la republica tiene aún por resolver, la prioridad es preparar spots televisivos que mientan en horarios triple A, diciendo que ya están resueltos.
Antes que hacer un recuento de los jóvenes mexicanos que son merecedores a una beca por su alto rendimiento escolar, el gobierno federal busca afanosamente entre las filas de quienes ocupan las 10 primeras filas en los eventos oficiales, alguien que aunque sea con improvisado curriculum, pueda no parecer tan mal prospecto para llevar la bandera de la contrarrevolución en las elecciones presidenciales por venir.
Las ideas se han agotado. La imposición presidencial se ve venir trepidante y no tendría nada de malo, si las consecuencias no fueran a ser tan lamentables para todos. Porque está visto que cuando la negligencia es fecunda en las directrices, el resultado en calles, carreteras y escuelas a lo largo y ancho del país, es todo lo contrario a la edificación.
Al culpar todavía a los gobiernos priistas de finales de siglo pasado del marasmo nacional, los panistas en 2011 tratan de evadir su responsabilidad, mediante arengas y razonamientos tan absurdos como su guerra, sin importarles la verdadera situación de miedo que invade a la republica entera.
Ellos, los derechistas de nuevo cuño, tienen en la mira solamente un solo objetivo: ganar a como dé lugar las elecciones presidenciales, sin importarles destruir a México y mentir hasta el cansancio.
Edificar, es lo que menos les interesa a los panistas y para muestra, la guerra absurda. Al final, los que no mueran en calles, carreteras o escuelas, morirán de hambre y los que queden vivos, se irán a vivir al norte.
No en balde Madero y Ortega, dirigentes nacionales de PAN y PRD, fueron exhibidos y derrotados públicamente por Moreira en el debate televisivo que Loret de Mola le obsequio a todos los mexicanos que tienen tele. Ambos, juntos, unidos en alianza, panista y perredista, fueron rebasados por el tsunami de verdades con el que los avergonzó el priista.? ?Moreira demostró públicamente que edificar… no es meta panista.