Miguel tiene 22 años.
Él es un joven que vive la vida con intensidad, propia de un ente que nació en un hogar donde es amado, atendido y hasta mimado. Con conocimiento de causa, se le ha extendido la adolescencia, considerando lo violento y el inhóspito mundo en que va a interactuar dentro de poco.
Entiendo que educar a los niños y a los jóvenes en la actualidad es todo un riesgo y todo un desafío. Pienso que sólo se puede alcanzar el éxito de formar seres humanos felices y socialmente integrados, si se educa con dedicación, inteligencia y sobre todo, con la inferencia del ejemplo que el tutor debe dar.
Todos sabemos que no hay fórmulas mágicas para moldear a un ser de bien, es más, muchos educadores también toman en cuenta ciertas características genéticas “apriori” para determinar si el alumno puede “aprehender” el conocimiento. Así como se hereda el “gen” de la gordura o de la calvicie, piensan que también se lega la capacidad de aprender con facilidad o todo lo contrario. En su planteamiento sobre Inteligencias Múltiples, Howard Gardner, lo acepta, aunque no abiertamente.
En la formación de cualquier infante, inciden tres grandes entidades: la escuela, la familia y el entorno social en que se desarrolla el alumno.
Si en la escuela el maestro toma su labor como si fuera un consejero y llega a convertirse en mentor, contribuye y con mucho, a darle seguridad al estudiante para que no abandone la escuela. Si le sumamos un ambiente familiar amable, con padres conscientes que deben apoyarlo y además, le respaldan para que pueda socializar con el mismo nivel con sus compañeros, ya tenemos otra oportunidad de tener éxito en su formación. Y si donde reside esta libre de drogas, no hay violencia, los vecinos son afables y los compañeros de barrio tienen la misma tipología educativa, entonces estamos ya casi en la vía para lograr un ciudadano de éxito.
Estos podrían considerarse como los elementos esenciales que inciden en la “buena” formación de un joven, pero habría que añadir los efectos del uso masivo, pertinente y obcecado en el uso de la tecnología, concretamente en el “navegar” en la www. (world wide web) o sea, la ancha red mundial, como un factor que nos va a modificar la formación y conductas del adolescente, porque inserta en el cerebro del usufructuario de la red, elementos que no podemos detectar, por la “convivencia y socialización” con chicos cuya cultura es distinta a la nuestra.
En esa amalgama de nuevos conocimientos, aunado a la incapacidad de nuestros hijos para procesar en sentido maniqueo la información, podemos afirmar que estamos en los albores de un sincretismo sociológico que aún no sabemos hasta donde va a llegar, ni que va a resultar. Y más nos debe alarmar, porque nuestros profesores y los padres de familia, tampoco tienen acceso a este tipo de conductas de los jóvenes. Entonces, estamos en completa desventaja y en pleno desconocimiento de la deformación educativa que esta nueva herramienta provoca en nuestros educandos.
Miguel, como todo joven con cierto nivel, tiene acceso a los juegos de video de moda que se juegan por televisión. Desde la comodidad de su recámara, interactúa y compite con similares de su edad de cualquier parte del mundo. No se conocen, ni se hablan, ni se relacionan, pero como sea, ambos quieren ganar. Por eso y para eso los forman en las escuelas privadas.
Miguel no tarda en salir de la universidad. El tiempo prolongado de la adolescencia está por terminar porque cursa el 7o. semestre.
Hace unos días me dijo que ya quería trabajar. Confieso que me sentí orgulloso, satisfecho y también triunfador. Con humildad, me dije a mí mismo que había valido la pena ser austero, conducirme con honradez y que me viera estudiar y leer.
Después de recuperarme de mi regocijo, me inquietó al verle su cara inmersa con una fuerte preocupación y ya no me gustó. Le pregunté porqué tenía esa cara de angustia y me contestó sin tapujos: “es que no hay campo de trabajo para cuando termine mi carrera. Mis amigos que han salido de la Universidad, no encuentran empleo y las oportunidades que hay, se las dan a puros recomendados. Muchos andan tomando y se regresan a vivir a la casa de sus papás porque no hay trabajo”.
Recuerdo que en los países socialistas de los 80 y que ya no existen, el Estado planificaba la educación, es decir, ofertaba carreras de acuerdo a la necesidad y de la oferta del empleo que había, pero los capitalistas criticaban al sistema porque inhibía la libertad de escoger en que se quería estudiar.
Como padre de familia, pienso que es un tema que ya debe ponerse en la agenda pública nacional, porque al paso que vamos, nuestros profesionistas terminarán manejando taxis o en el mejor de los casos, siendo representantes médicos.
Miguel me pasó su angustia.
Ahora tengo que buscar la forma de recomendarlo con alguien que por mis relaciones, me ayude, sin tomar en cuenta el esfuerzo de mi hijo.
Eso me apena mucho y me hace infeliz.
Entonces me acuerdo que la función primaria del Estado Mexicano es proporcionar felicidad a sus integrantes y si yo no soy feliz, como tampoco Miguel ni sus compañeros lo son, algo anda mal.
Hay que pensar en cambiar.
Y pronto.
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