En una caricatura que circula en las redes aparece un candidato a cierto puesto de elección popular cargando un legajo repleto de hojas. Y de pronto, cuando va a subir al templete, una persona de la concurrencia a un mitin se acerca a él con un papel en la mano diciéndole: “Se le cayó una promesa, señor licenciado”. A lo cual el aludido contesta: “No te preocupes, aquí traigo muchas”.
La escena pinta de cuerpo entero el mundo de la política lenguaraz, que ha hecho popular el dicho de hace décadas: “El prometer no empobrece, el dar es el que aniquila”. Porque si bien es cierto en todas partes se cuecen habas, no hay como el campo de los aspirantes a un cargo público para abrir la boca en busca del voto, sin pensar en las consecuencias cuando el olvido sepulta las palabras y promesas.
Por eso está muy claro que entre los peores pecados de los políticos es ser corrupto y mentiroso o demagogo. Podrán tener muchos otros defectos, pero pocos se salvan de estos dos estigmas. Así es que no es de extrañar que a Ivonne Álvarez, la candidata del PRI al gobierno de Nuevo León, se le tipifique como “la mentirosa” y hasta sus oponentes ya le compusieron una cumbia con ese título.
Pero en tierras tamaulipecas el gober Egidio Torre no se ha querido quedar atrás y ya lo bautizaron así por su palabra incumplida a los beisbolistas y softbolistas de Ciudad Victoria. No sabemos si vaya a ser objeto de “memes” o de ritmos musicales, pero ciertamente el malestar que ha causado su falta de palabra no es para menos, sobre todo si no se justifica a tiempo con los inconformes.
Resulta que el primer mandatario de Tamaulipas, hace ocho meses, al demoler el parque de beisbol “Praxedis Balboa”, prometió nuevas obras que no han llegado ni siquiera en un diseño que calme los ánimos de quienes utilizaban este inmueble cotidianamente. Simplemente el tiradero de materiales terminó en nada y los deportistas deben abandonar los torneos o, mínimo, buscar campos que les queden cerca para su recreación.
Duele, en serio, llamar mentiroso a un hombre tan serio, pero ¿qué es aquella persona que no cumple su palabra empeñada públicamente y no da ni una razón para el retraso de las obras prometidas? Ya han pasado muchos meses como para no tomar nota del calvario de quienes practicaban el softbol y el beisbol en el parque “Praxedis Balboa”, y no se sabe de un trazo de la plazoleta prometida y el estacionamiento para los aficionados del equipo de futbol “Correcaminos”.
El Secretario de Obras Públicas, Manuel Rodríguez Morales, dilató su aparición a fin de evitar a su jefe el juicio severo de la gente afectada, que siempre estuvo de acuerdo en que el parque de beisbol debía ser demolido, pero jamás en que nadie velara por sus intereses al quedarse sin un lugar para su deporte favorito, y menos que se tardara tanto tiempo para cumplir la promesa formal de una edificación alterna.
Hay que tomar nota que fue en septiembre de 2014 cuando las lluvias intensas del huracán “Dolly” provocaron la caída del techo del inmueble debido a la acumulación de agua, por lo que Egidio Torre ordenó la demolición total. Los asistentes al 16 Berriozabal, junto al estadio de futbol donde juega el equipo “Correcaminos” de la UAT, supusieron que vendría algo mejor. Y al paso de los meses se han quedado como el chinito “nomás milando”, sobre todo después de que el 19 de enero pasado las autoridades estatales se comprometieron a analizar la construcción de una plazoleta y el citado estacionamiento para los automovilistas que acuden a ver a los “Correcaminos”.
¿Y los deportistas, apá? Que se los lleve el que se los quiera llevar, parece ser la respuesta del gobernante, porque si no hay nada concreto sobre la plazoleta y el estacionamiento, menos habrá algo positivo para quienes son amantes del beisbol y el softbol, según se ve al paso de los meses desde que el “Dolly” vino a hacer su gran avería.
Pero mejor que ya no prometa nada, don Egidio. No se oye bien que le digan mentiroso, aunque siendo político es difícil que se salve de este feo calificativo. ¡Qué le vamos a hacer!…