Hace poco vi en redes y portales de noticias una foto interesante. En ella aparecían juntos, al parecer luego de haber desayunado, el diabólico cardenal emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, y esa especie de ente de pesadilla que se ostenta como líder del movimiento FRENAA, Gilberto Lozano González.
Algunas notas ilustraban la “noticia” con un video que no tuve estómago para ver. Dos lenguas hinchadas de ponzoña son más depresivas y repugnantes que una caca de paloma sobre un helado a la mitad de una sedienta canícula. Supongo las suculentas viandas que sirvieron quienes alimentan al ocioso pelado exprelado y a su invitado. Pero así fueran el más fino manjar, en esas bocas, están condenadas a ser heces antes de ser digeridas.
Lozano es tan nefasto que sería una afrenta ideológica hasta para Vox. Juan ex Cardenal, es igual de nefasto, pero con la suficiente labia como para engañar a un montón de beatos y beatas sin criterio, sin cerebro y sin redención. Ninguno, me temo, tiene qué ver con el cristianismo. Hay más palabra de Dios en dos compadres que se saludan a mentadas.
Aun así leí un par de esas notas. Con atención incuso. Tampoco entendí en qué cabeza de jefe de información cabe que eso es una noticia, si quiera para la sección de Sociales. La reunión de dos magnicidas de la inteligencia no es noticia, a menos que reconocieran su crimen, y ni lo hacen ni lo harán. A lo sumo es un panfleto, que, hasta donde tengo memoria, debería publicarse como inserción pagada y con el consabido origen del pagano. Ahora que si se trató de catequesis, deberían al menos aclarar de qué religión se trata, porque ninguna de las que conozco aceptaría a semejantes evangelistas… Vaya, ni Anton LaVey los toleraría.
Días después me entero que un grupo de fanáticos de FRENAA se enfrentó, en Nueva York, a otro grupo de seguidores del presidente López. Los “frenoos” muy coherentes, los “lopistas” no. Los “frenoos” coherentes porque se esperaría eso y más de seguidores de un sujeto deleznable como Lozano, y más cuando recién fue “bendecido” por otro sujeto de igual o peor calaña. Los “lopistas” fueron incoherentes porque no siguieron los preceptos de su líder. Debieron propinar abrazos no hociconeadas a los “frenoos”. Además, ventajosos, porque en algún video yo sólo vi una chaparrita que ondeaba un banderín y que no supe bien si vociferaba consignas “frenaas”, o vendía cobertores. Por fortuna esto pasó en Nueva York, no en el Zócalo. Aquí hubiera habido zipizape, chipote y raspones.
A pesar de esos penosos desfiguros, don Andrés habló ante la asamblea de la ONU, les dio una regañada por inútiles, y lanzó una propuesta, el Plan de Fraternidad. Se trata de pasar la charola entre las personas, empresas y países más ricos, para que repartan la colecta, directamente, entre las personas más pobres. ¿Se oye absurdo? Sí, lo es. No porque sea injusto sino por lo poco factible. Si potentados, empresarios y países han engordado sus arcas a costas del sufrimiento y la vida de millones de personas, ¿a quién se le ocurre que estén dispuestos a soltar un mísero peso sin asegurarse de poder quitarle dos al beneficiario? Algo así como el financiamiento de empresas y países para apoyar al medio ambiente: arruino tu medio ambiente, y luego te presto, ¡prestado! para que arregles el mugrero que te dejé; ahí me pagas en abonos o dejándome seguir haciendo más mugrero.
Eso sí, don Andrés, más utópico que la isla antípoda de Santo Tomás Moro, catequizó, quién sabe con qué resultados, mucho más apegado a las enseñanzas de Jesús. Aunque no se trata de equidad todavía, sí es justicia el mayor y mejor reparto de la riqueza entre quienes la acumulan y quienes la crean. La mayor prueba de esta explotación desmesurada y criminal está en la enorme brecha económica entre los muy ricos y los muy pobres. Yo no creo que haya respuesta positiva al plan de don Andrés. Estoy casi seguro que él tampoco lo cree. No hizo más que poner en evidencia una realidad que está detrás de cumbres mundiales y profundidades políticas locales. Ahora lo que sigue son los argumentos de potentados, empresas y países ricos para demostrar y convencer que darle dinero al que lo necesita es malo para pobres. Aunque ese necesitado haya sido precisamente el que creó esa riqueza.
Don Andrés fue en la ONU más cristiano que el maligno cardenal y su monaguillo frenético. Más evangélico además. Pero no creo que ingenuo. Dicen los astrólogos que los escorpiones somos hábiles para manejar la ironía. Es posible que don Andrés no haya sido nada más que un evangelista socarrón… Y le salió bastante bien la ironía. Después de todo ha ensayado bastante desde el púlpito de las mañaneras. No exhibió la avaricia mundial, pateó el avispero para que ahora sean los propios avaros los que, justificándose, se exhiban solos.