No me sorprende que Juan, Cardenal, Sandoval Íñiguez truene contra la marcha del 9M. No, de ninguna manera. Su opinión es honesta… honestamente coherente con su trayectoria y con su interpretación de la doctrina de la iglesia Católica Romana. Aunque la historia y el presente de la Iglesia Católica están plagados de excesos, sobre todo contra el sexto mandamiento “No cometerás actos impuros” (“No fornicarás”, me enseñaron en el catecismo), don Juan ya ha alzado su claridosa voz, en su momento, contra los matrimonios igualitarios y la adopción permitida a estas parejas. Un tema laico que aún le cala, porque el tema espiritual, ajeno a las leyes civiles y que sí incumbe a la religión, ha sido ya dictaminado: el amor homosexual no es pecado, el sexo homosexual sí, tal como el sexo extramarital, o romper votos de castidad, o la violación de monaguillos… No nos hagamos bolas, para Roma el único sexo que no es pecado es el que se realiza dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer.
El tema de la adopción por parejas igualitarias legalmente constituidas, castas o no, también ha sido atacado con vehemencia por el vehemente don Juan.
Si bien, uno puede quejarse de su comedida virulencia purpurina, el cardenal emérito sigue siendo honesto con la posición oficial de la Iglesia Católica. No puede ser de otra manera, puesto que el modelo social cristiano de la Sagrada Familia es fundamental (Jesús, María y José), aunque lleve implícito un adulterio divino que con el dogma de la Santísima Trinidad se complica bastante (Freud no me dejará mentir). Pero este es un tema teológico laberíntico, y más vale “no movelle”.
Hasta aquí, la opinión del ex arzobispo de Guadalajara es honesta y coherente con su cargo, ya no pastoral, dentro de la Iglesia Católica. Tal vez no estarían de acuerdo sus históricos tocayos, el papa Juan XII, conocido por sus cuates como “El Fornicario” (¡Ah que raza tan guasona!); o el antipapa Juan XXIII, despojado de la tiara entre otras cosas por asesinato, violación, sodomía e incesto, pero premiado con un obispado, y otros tantos ya no tan tocayos. Sin embargo, es la posición oficial de la Iglesia Romana, y en esto don Juan no peca, aunque incomode. Y ni hablar del aborto, porque mal haría don Juan si no lo condenara. Hágase la voluntad de Dios.
Pero como don Juan parece considerarse un buen opinador, ha opinado ahora (¡otra vez!) sobre el movimiento feminista y llama a boicotear el 9M. Ya teníamos antecedentes de sus “sabias” ideas sobre la violencia contra la mujer, que el simpático prelado atribuye a las propias mujeres. Hace un par de años hasta dijo que se van con cualquiera. Lo avaló por una trampa (él lo afirmó) tendida por el municipio de Juárez, Chihuahua, donde un policía encubierto invitaba a pasear a mujeres que terminaban en Palacio Municipal, regañadas por “fáciles”. ¡La estupidez institucionalizada! Merece el regaño ese policía en cuestión que, a pesar de ser guapo, bien vestido y manejar un carrazo, arruinó a las chicas ejercicio de su derecho de tener una aventura, como cualquier varón hace normalmente.
Ahora don Juan vuelve a la carga, básicamente con los mismos argumentos. Y todavía se atreve a decir que el cristianismo es la única religión que ha dignificado a las mujeres. ¿Adió? ¿En qué siglo?
Habría que apuntar, para don cardenal emérito, lo que dice la Conferencia del Episcopado Mexicano (estos sí, pastorales), al expresar su APOYO al 9M: “hacemos un llamado para que este tipo de manifestaciones sociales, no nos dividan, por cuestiones políticas, ni por ideologías, o expresiones religiosas sino que por el contrario se precise y manifieste la genuina intención; y que toda manifestación o expresión pública sea la puerta para abrir el diálogo, en búsqueda por construir una sociedad más equitativa, que garantice el derecho de todas las personas, principalmente de las mujeres a vivir sin miedo, donde ellas encuentren espacios de desarrollo, libres y seguros, donde se respete su dignidad e integridad.”
Obvio, hay diferencias entre los grupos y mujeres que apoyan el paro; y espero que en el 9M reserven sus diferencias para abonar a una coincidencia emergente. Coincidir en al menos una cosa allanará el camino al diálogo. Aunque parece que en la Iglesia Católica también hay diferencias, porque don Juan dice todo lo contrario a lo que dicen los obispos (insisto, ellos sí, pastores), y además le mete jiribilla. O… ¿a qué Iglesia pertenece ahora don Juan?