Si en algo son diferentes estas campañas en Tamaulipas es que el fantasma de la violencia no ha aparecido, salvo casos aislados en la carretera Matamoros a Ciudad Victoria, en el tramo conocido como Las Norias.
Conozco de primera mano sobre el asalto a un alto ejecutivo de Televisa del Golfo; días después el atentado a la senadora del PAN Maki Ortiz, y hace apenas unos días fue herida de bala la regidora Martha McDonald, del PRI de Reynosa, cuando se resistió a ser despojada de sus pertenencias.
Si sirve de consuelo, en 2010 la muerte empañó las campañas. El candidato del PRI a la gubernatura, Rodolfo Torre Cantú, fue abatido en Ciudad Victoria por un comando a sólo unos días de la cita a las urnas.
La contienda electoral con miras al 7 de julio próximo marcha sin sobresaltos, seguramente por deseo de un ser divino, y no solamente en Tamaulipas sino en el resto de los Estados donde millones de mexicanos acudirán a votar para elegir alcaldes o gobernador, como en Baja California en este último caso.
En una de las plazas más hostiles de Tamaulipas como es Nuevo Laredo, donde el año pasado estalló un coche-bomba antes de la elección, todo parece indicar que los electores esperan, como toros bravos, que se abran las casillas para expresar su voluntad, donde el candidato del PRI sudará para ganar.
En otras ciudades el PAN tiene esperanzas de cavar trincheras que le abrirían el camino para disputar la gubernatura en 2016, como Tampico, Mante y posiblemente Matamoros, suficiente para comenzar a soñar.
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