No cabe duda que por el Congreso de México han pasado, y de hecho hay actualmente buenos parlamentarios, pocos, pero los hay. Desde la instauración de la República, pasando por la restauración (en medio de guerras e invasiones), el Porfiriato, la época posrevolucionaria y la moderna, a partir de la caída del PRI después del año 2000, hombres y mujeres han hecho gala de la oratoria, aunque por estos últimos tiempos algunos políticos cambian de color de un día para otro, y hasta de ideología según las circunstancias.
También hay congruentes que no hallan cabida en sus institutos políticos y dada su mística y pensamiento, buscan otras trincheras. Los hay también disciplinados, alineados, arraigados, tolerantes, que perduran en las filas de su partido pese a todo.
En los libros de los debates del Congreso Federal, en la Cámara de Diputados y en el Senado hay joyas discursivas, discusiones de altura, antagonismos manifiestos y bien argumentados. Hay también muchas bajezas, pleitos pandilleriles y reyertas más chafas que en cualquier arrabal.
Pero bueno, así funciona esto.
Confiésoles que al haber cubierto algunas legislaturas federales del pasado, entre el 93 y el 95, entre el 2000 y el 2004 y más recientemente entre el 2019 y el 2020, suelo ser de esos especímenes raros que ven el Canal del Congreso de vez en vez, para no perder el morbo periodístico, para informarme de primera mano, para ver desafueros (como el de Cabeza de Vaca y el de AMLO) y a veces transmisiones diferidas para ahuyentar el insomnio.
En fin.
Una de las mejores parlamentarias que me ha tocado ver en vivo y a todo color en varias legislaturas es la priista Beatriz Paredes Rangel. Cuando iniciaba el foxismo entre el año 2000 y el 2001 le tocó presidir la Cámara de Diputados.
Al haber sido diputada local en su natal Tlaxcala a los 21 años y haber gobernado esa entidad entre el 87 y el 92, la licenciada en Sociología (UNAM) con posgrado en Literatura Hispanoamericana por la U de Barcelona, por aquellos días ya era una legisladora experimentada.
En el año 2002 quiso presidir el PRI en fórmula con el coahuilense Javier Guerrero, pero no pudo ante Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo. Finos sus discursos en aquel contexto.
Por estos días, el 26 de febrero se cumple un año de un mensaje que quizás hubiera trascendido solo en el círculo rojo, pero gracias a las modernas redes sociales permeó un poco más, llegando a ser incluso trending topic en Twitter. Esto fue en mayo, pues la senadora priista rememoró en una reunión del senado sus palabras de febrero.
Durante aquella reunión de hace un año de la Junta de Coordinación Política del Senado y el ASPEN Institute México, la senadora priista Paredes Rangel indicó que el gran desafío de la democracia mexicana es lograr un mayor equilibrio entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial y robustecer el papel del Poder Legislativo.
“Es muy importante desterrar la tentación de la restauración del modo priista de conducir el país. Es una enorme tentación, porque muchos han sido priistas, esa es su cultura política. Es una cultura política que ustedes mismos lucharon por transformar”, dijo en clara alusión a los senadores de Morena presentes en el evento.
“En ese sentido, creo que el gran desafío de nuestra democracia es que logremos un mayor equilibrio entre los poderes y que robustezcamos el papel del Legislativo”, añadió.
La tres veces diputada federal, exlíder del PRI (2007-2011) y ex embajadora en Cuba y en Brasil consideró que quizá una opción es que las decisiones de las comisiones del Senado sean vinculatorias.
“(Porque) ¿cuántas veces hemos citado a funcionarios y no han querido venir? ¿y qué ha sucedido? Nada”, dijo.
Palabras más, palabras menos, la ex gobernadora de Tlaxcala apuntó: “Ojalá no comprobemos en este tiempo de la historia de México que todos llevamos un pequeño priista dentro”.
No cabe duda, las palabras de la senadora llevan dedicatoria y una autocrítica al PRI que le tocó vivir. Desde luego, también llevan a la reflexión de expriistas que hoy militan en otros partidos o que están por militar, sobre todo en Morena. ¿Qué tal?