La tarde es calurosa y seca, como muchas en Reynosa, Tamaulipas. Son apenas las cuatro y media de la tarde y la gente empieza a llegar al parque López Mateos.
Aunque el playbol se canta en tres horas más, hay que apresurarse porque los lugares son pocos y la demanda es mucha.
Lo mejor que le puede pasar a un equipo que cambia de sede es empezar la temporada ganando. Actualmente los Broncos de Reynosa viven una “luna de miel” entre afición y equipo que provoca llenos en cada partido.
Desde que los Potros de Tijuana regresaron a la Liga Mexicana, hace aproximadamente cuatro años, el fenómeno de las grandes asistencias -en temporada regular- no se había dado en la Liga Mexicana de Beisbol.
En Estados Unidos la manera de revivir una plaza es construyendo un nuevo y funcional estadio. Lo han hecho con éxito en Houston, Milwaukee, San Francisco, Baltimore y últimamente Yanquis y Mets.
Pero en Reynosa no hubo necesidad de invertir tanto. Una manita de gato al viejo parque López Mateos fue suficiente. Lo importante era conseguir la franquicia y darle a esta golpeada ciudad el espectáculo familiar que tanto deseaban.
Hoy la gente está bien metida con el equipo y no le importa que haya pocas butacas disponibles, escasez de estacionamiento y cero lujos.
En los taxis, cafés, escuelas, empresas y en las calles se habla del Rey de los Deportes. En el aire se respira beisbol.
Es común ver en las tribunas que muchos aficionados todavía no entienden el meollo del juego, pero quieren estar donde está la novedad.
En plazas como México y Monterrey el beisbol es simplemente algo más en el variado menú de eventos públicos, pero en esta frontera el beisbol es lo más “nice”… es lo de moda.
Por si fuera poco, los Broncos están jugando de una manera inesperada. Por lo general, cuando un equipo es vendido, el dueño anterior lo desmantela para tratar de perder lo menos posible, es decir, vende a los pocos buenos jugadores y entrega una plantilla de peloteros de bajo nivel.
Con excepción de Hugo Castellanos, quien fue vendido a los Sultanes, el resto del plantel se respetó. Los tres extranjeros ofensivos (White, Zuleta y McDougall) han respondido a las mil maravillas y aunque el pitcheo ha estado flojo, el talento del manager Homar Rojas para sortear los problemas ha dado resultado.
Aunque apenas ha pasado un mes de la temporada, la ventaja que tienen los Broncos sobre equipos de tradición como Sultanes y Saraperos nos hacen pensar que podrían terminar la primera vuelta en primero, segundo o tercer sitio, lo que los posiciona sólidamente para afrontar la segunda mitad.
La campaña se divide en dos mitades y los equipos reciben puntos por los lugares que ocupan al finalizar cada vuelta. Quedar en los primeros tres lugares siempre es bueno porque le da a los equipos el colchón para sortear con el cansancio y las lesiones de la segunda mitad.
Los Broncos han empezado muy bien. La afición está de plácemes y el parque es insuficiente para albergar a todas esas almas ávidas de triunfos, sobre todo en una época de crisis y violencia.
Por el bien del beisbol y de la plaza, ojalá que esta racha dure mucho tiempo. ¡Salud, Broncos!
hbencomo@hotmail.com
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