Hace años a una compañera de Hora Cero la detuvieron hombres armados en la carretera Ribereña cuando viajaba de Reynosa a Nuevo Laredo. Iba con su esposo. Los desconocidos tenían hambre y dejaron su campamento para detener automovilistas en un retén que duró pocos minutos para evitar toparse con las Fuerzas Armadas.
Por suerte, porque no les tocaba o porque se encomendaron a Dios Padre ese inesperado encuentro cercano no pasó de un susto, sobre todo porque eran visibles las armar largas y no estaban uniformados como solados o marinos que custodiaban esa vía.
Para quienes llegamos a vivir en Tamaulipas era normal ver a personas armadas. Para ser exactos, desde 2010 a la fecha son parte del paisaje urbano. Y así como hay quienes entran en pánico al verlos, otro segmento de la población ya se acostumbró a ellos.
Al escribir que una de las razones de instalar retenes en las carreteras de Nuevo León es por hambre -el más reciente el sábado en General Bravo el sábado 16 en el kilómetro 140 de la autopista a Reynosa-, no trato de justificarlos, pero es verdad.
Viven entre las brechas y duermen en carpas y en camionetas, y si bien les va en casas abandonadas que tomaron “prestadas”; comen y beben lo que está a su alcance porque la despensa se agota con rapidez si son muchos, y para sobrevivir bloquean las carreteras.
También se ha sabido que algunas células ponen retenes sin el consentimiento de los jefes o encargados de las plazas que dominan, pues lo que menos quieren es calentar las plazas o, como sucedió en este caso, la autopista Monterrey-Reynosa.
El 16 pasadas las once de la mañana cientos de vehículos de Nuevo León y Coahuila, principalmente, con familias a bordo tuvieron que retornar a Monterrey. En su bitácora de viaje estaba llegar a McAllen, Texas, aprovechando el puente por el Día de la Revolución.
No fue ni será la primera vez que civiles armados bloquean vías terrerstres. En esta caso sorprendió el día, la hora y que fue la autopista de cuota, no la carretera libre, supuestamente con mayor vigilancia.
Pero en 140 kilómetros que recorrí en mi frustrado viaje familiar a la frontera, siempre en territorio de Nuevo León, nunca vi una unidad ni de la Guardia Civil, ni del Ejército, ni de Fuerza Civil, ni de la Marina. Todos íbamos “a la buena De Dios”.
Al día siguiente de los hechos el gobierno de Nuevo León anunció la formación de un grupo carretero de Fuerza Civil con 600 elementos y nuevas patrullas, mismo que resguardarán las principales carreteras desde estas épocas pre navideñas.
La verdad nunca pensé que un video de 44 segundos iba, primero, a evidenciar la nula vigilancia e inseguridad de las vías terrestres de Nuevo León y, segundo, que iban a sacarse de la manga ese grupo especial.
Pero sobre todo que el video era tan contundente en su ubicación: en el kilómetro 140 en General Bravo, Nuevo León, no “en los límites de Tamaulipas” como ha pasado en otras ocasiones para aventarle la pelota al Estado vecino ya de por sí satanizado.