En días recientes el mandatario de los tamaulipecos se quejaba ante los empresarios que enfrentaba los pagos de una deuda millonaria dejada por Eugenio Hernández y por ello el congreso local había aprobado el incremento al impuesto sobre nómina, del dos al tres por ciento.
La quejumbre de la actual administración estatal, la primera emanada del partido Acción Nacional puede resultar justificada, lo que no se vale es que aprovechándose de la discrecionalidad ahora resulta que las y los legisladores panistas aprobaron una línea de crédito de mil millones de pesos para la administración que encabeza Francisco Javier García Cabeza de Vaca, FJGCV, contraviniendo la Ley de Disciplina Financiera de las Entidades Federativas aprobada este 2016.
La actuación del Congreso ahora en manos de los blanquiazules se sujeta a las necesidades de un Ejecutivo estatal que responde a los intereses de otro partido, como en su tiempo la mayoría priísta hacía lo que el indicaba el mandatario en turno que provenía de sus filas.
Las decisiones de quienes dicen representar los intereses de la mayoría de las y los tamaulipecos contrasta con lo que pasa dentro de los hogares, mientras se deciden endeudamientos millonarios y se aprueban en lo oscurito esta navidad las condiciones económicas se reflejarán en festejos tristes, no hay dinero y eso se nota.
En las mesas de las familias tamaulipecas habrá tristeza esta navidad, mientras las y los legisladores de todos los partidos de todos los niveles están gozando de condiciones económicas que sí les permiten atender las necesidades familiares, algunos de ellos de manera digna renunciaron al bono navideño, la mayoría decidió quedarse con esa cifra de varios ceros que supondría, si se hubieran decidido a donarlo a gente necesitada, la diferencia entre pasar bien una navidad al menos con lo indispensable para cenar a no tener nada.
La reflexión va en el sentido de que este país, ni Tamaulipas aguantan ya la doble cara de sus autoridades electoralmente elegidas.
Por un lado los priistas que siempre gozaron de las prebendas que da el poder y es hasta ahora que la bancada en palabras de Rafael González Benavides defiende los intereses de la gente al oponerse a adquirir más deuda que tendrá que pagarse con lo que le corresponde a la ciudadanía para mejorar sus condiciones de vida con más obras y servicios públicos.
Resulta triste que sea 86 años después que los priistas hayan recapacitado en sus acciones de espaldas a la ciudadanía, penoso porque tuvieron que perder la gubernatura, el control del Congreso estatal y las alcaldías para que entendieran que su papel siempre debió haber estado de lado de la gente que votó por ellas y ellos.
Poco a poco los priistas en Tamaulipas dejan de ser la clase apapachada y se convierten en ciudadanos de a pie, afectados por las malas condiciones económicas que mantiene de rodillas al estado frente a los grupos delictivos y las incursiones de las autoridades que sólo alborotan el avispero, como lo señalan académicos y analistas.
Lo que dice el priista Rafael González Benavides es más de lo mismo, denuncia los acuerdos que ellos llevaron a cabo durante 86 años, hoy se espantan de lo que ven, “que se hagan justicia en los bueyes de mi vecino”, reza el dicho, ahora ellos son los vecinos incómodos y no les gusta.
Y no les gusta porque no serán invitados de honor en el reparto de las concesiones de obras y de recursos, ahora son observadores de lo que antes ellos aprobaban.
Y es una pena, los panistas y priistas cortados por la misma tijera, mientras la gente común sigue en la tristeza y la incertudimbre. En tanto ellos endeudan al estado, las familias en Tamaulipas se sientan ante una mesa vacía.
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