Los norestenses en general, aunque no es regla, tenemos un modo peculiar de hablar, de vestir incluso de actuar. ¡En el centro del país hay quienes dicen que hablamos golpeado! En cada región de este grande y bello país –contrastante, dicho sea de paso- los mexicanos tienen, tenemos nuestras características.
Y esto se plasma y salta a leguas en la Cámara de Diputados, donde confluyen 500 políticos de todos los partidos y de casi todos los rincones del país.
En el salón de plenos, desde hace un buen de años, los legisladores son acomodados por bancadas. De esta forma, actualmente los morenistas tienen su espacio físico, los panistas igual y el resto de la misma forma.
Así ha operado desde hace tiempo. Generalmente el acomodo de curules además de bancadas de partidos, es también por estados. Los panistas de Tamulipas juntos, vecinos unos de otros; los del PRI (¿aún hay tricolores de Tamaulipas?) igual, y los de Morena también.
Por ello el Bronx de San Lázaro. Allá entre los 90 y las primeras legislaturas del 2000 –incluyendo por supuesto la de 2006- los diputados del Bronx, colocados invariablemente como los mal portados del salón, hasta atrás del lado izquierdo, eran singulares.
Brabucones, mal habldos, pandilleros, peleoneros, “buenos muchachos”, como los de cualquier suburbio de la CDMX, Chicago o el Bronx neoyorquino, sin drogas ni armas, al menos a la vista, pero tipo bandoleros. Generalmente eran diputados de los estados de Veracruz, Tabasco, Edomex y otras entidades del centro del país.
Sesiones célebres hay “de a madre” diría un político tamaulipeco. Pero los espectáculos no solo los han ofrecido los del Bronx, históricamente priistas, también los otrora de izquierda perredistas, petistas y panistas cayeron en la tentación del pleito irracional, con ofensas verbales, empujones y hasta golpes.
Por aquellos años no existían las redes sociales, por lo que no hay muchos testimonios de los montones de espectáculos que denigran a los políticos y dan pena ajena al pueblo, que paga sus estratosféricos salarios, sobre todo antes de la 4T.
Sin embargo hoy en día, sobre todo en el caso de los políticos, cada palabra que sale de sus vísceras, de sus bocas o hasta de su cerebro, es registrada en tiempo real y videograbada.
Y como de bote pronto casi nadie mide sus palabras, en cualquier momento, sobre todo los hombres, evidencian machismo, gestos patriarcales, violencia verbal.
No hace muchos días, el candidato oficial al Gobierno del Estado de Tamaulipas, César Augusto Verástegui Ostos, apodado “El Truko”, al calentar motores para arrancar su campaña, en Tampico, gritó desde su ronco pecho que el lema-estrategia se seguridad del Gobierno Federal es “pura mamada”.
El video que algunos cabecistas compartieron orgullosos y que anda ahí en las redes sociales muestra al candidato del PRIAN-PRD muy animado en una reunión donde se percibe, había un buen número de jóvenes.
Se ve y se oye decir al Truko:
–… que los abrazos, son…
-“son pura mamada”- se escucha al fondo en la voz de un muchacho.
“ para la familia –no lo dije yo…lo dijeron ustedes…” aclara el panista.
Y cae en el juego: “es pura qué? , es pura qué..?
Varios jóvenes le contestan: “puras mamadas”.
Divertido, metido en su campaña el compadre de cabeza de Vaca los incita de nuevo:
–No escuché. Son puras qué. Sigo sin escuchar.
–Es pura mamada… la ley se aplique y punto, dijo el de Xicoténcatl.
Hasta ahí el video de Tampico.
El candidato de “Tamaulipas con Madre” pudo haber refutado, contradicho o fustigado la frase de abrazos no balazos del presidente López Obrador, incluso pudo haber argumentado que, desde el punto de vista panista fue mejor la guerra contra el narco declarada por Felipe Calderón, que causó miles de muertes y de desapariciones en Tamaulipas y en todo el país, pero se fue por la ocurrencia, y de mal gusto.
Sí, los norestenses pueden ser empedernidamente rancheros, dicharacheros, pero con el electorado y la sociedad en general hay que ser moderados, está bien que lo piense, pero póngale finura y un moñito, y se escucha mejor.
Y aguas con los chavos, porque si les haces caso, la resbalada puede ser peor. Porque los chavorrucos, millennials y hasta centennials han normalizado la palabra verga. La dicen a cada rato y a la menor provocación. Los más finos la abrevian como ALV.
Y pues, eso es caer en el léxico corriente, vulgar, y de eso, Tamaulipas está hasta la… coronilla.