Uno de los deportes favoritos en México es la especulación; nos encanta elaborar intrincadas historias que intenten darle algo de lógica a los eventos que sacuden la vida nacional.
Así hemos inventado todo tipo de historias sobre quién y por qué mandaron matar a Colosio, los verdaderos motivos del triunfo del PAN en las elecciones presidenciales, por qué un tarugo como Peña Nieto está en la presidencia de la República.
Con el tiempo muchas de estas elaboradas historias fueron tomadas como ciertas y ya se encuentran en el imaginario popular como la explicación no oficial de lo que ha sucedido en nuestro país.
Cumpliendo con la sagrada obligación que tengo como mexicano, me gustaría especular con un hecho poco tratado en todo este asunto del arresto del ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington Ruvalcaba en Italia.
Como ya se sabe, Tomás iba saliendo de cenar pizza y tallarines de un exclusivo restaurant de Florencia, cuando cuatro policías italianos le cayeron y de la manera más amable le dijeron algo así como: “Dove andate ragazzo?” (¿pa´ dónde, chamaco?).
Pues bien, seguramente muy pocas personas recuerdan que apenas hace unas semanas todos los medios de comunicación mexicanos le dieron vuelo a un comunicado de la PGR que daba cuenta de la detención en Ciudad Madero, Tamaulipas de Giulio Perrone.
Y no… no estamos hablando del tipo que hacía la voz de Topo Gigio, sino de una persona que es considerada un miembro de “primer nivel” de la mafia italiana de Nápoles y que además tenía una Notificación Roja de Interpol.
Perrone, de 64 años, es originario de la provincia de Gragnano, Italia, cuenta con una sentencia por 20 años, 11 meses y ocho días de prisión otorgada por el Tribunal de Nápoles y es uno de los fugitivos más buscados por el gobierno italiano desde hace más de 10 años.
Y aunque era algo así como un súper mafioso, los reportes comprueban que no era nada brillante, pues fue ubicado después del montón de fotos y selfies que publicó en Facebook de sus aventuras en Tamaulipas.
Pues bien -y ahora sí entrando al terreno especulativo- ¿a nadie se le hace curioso que el gobierno mexicano se tomara la molestia de echarle guante a un criminal que para nosotros no tiene la mejor relevancia y, semanas después, los italianos agarran a Tomás Yarrington, uno de los más buscados en el país?
No suena nada descabellado que la detención de Perrone fue algo así como un gesto de buena voluntad de la Policía mexicana a su contraparte en el país de la bota quien, obligada por el generoso gesto, agarró a Tomás en su escondite florentino.
Es más, algo que tampoco suena nada descabellado es que antes de mandar a Perrone a su país, los agentes de la PGR le sacaron la ubicación exacta de Tomás en Italia, después de todo nada sucede en aquel país sin que la Mafia esté enterada.
Todos sabemos que favor con favor se paga y la detención de Perrone, una nota que en su tiempo considerábamos curiosa pero poco relevante, parece que era mucho más importante de lo que pensábamos.
Falta ver qué es lo que Tomás le está diciendo ahorita a los italianos… no vaya a ser que les suelte un par de nombres o datos importantes que el día de mañana nos puedan sorprender.
Lo que no es ninguna especulación es que más de dos en Tamaulipas están, como decía un amigo policía, “poniéndose los tenis”, listos para correr.
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