Cuando un periodista manifiesta sus preferencias políticas no es bien visto y casi es crucificado porque, en teoría, debería ser imparcial. Pero igual que el resto de los mortales mexicanos tiene una credencial de elector, es ciudadanos con todos los derechos y puede votar por quien se le pegue su regalada gana.
Quizá comparada con los comicios presidenciales de 2006 y los estatales de Nuevo León en 2015, la sucesión de 2018 sacará chispas y hará corto circuito en la sociedad, donde los líderes de opinión -sea de medios impresos, electrónicos, digitales o de redes sociales- jugarán un papel relevante.
Recuerdo los meses de campaña de las elecciones de 2006 cuando Televisa y TV Azteca se surtieron a manos llenas del presupuesto de comunicación social de la presidencia de la República, haciendo equipo con Vicente Fox Quesada, para hacer ganar al candidato del Partido Acción Nacional, Felipe Calderón Hinojosa.
Fue tan evidente y vergonzosa la actuación de las principales televisoras pautando spots de supuestos organismos privados que aparecieron de la noche a la mañana, contra Andrés Manuel López Obrador, el entonces candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en su primer intento de llegar a Los Pinos.
Los cientos y miles de millones de pesos que llegaron a las empresas de Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego a través de instituciones inventadas por los estrategas de la campaña de que AMLO era un peligro para México, obligó al Instituto Federal Electoral (hoy INE, antes IFE), a meter mano para que no se volviera a repetir nunca mas ese negro capítulo en la vida democrática.
En 2006 el país estaba polarizado y confrontada la sociedad, como Nuevo León lo estuvo en 2015 con Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” buscando hacer historia en México. Y que finalmente lo consiguió al derrotar a los partidos políticos como candidato independiente.
Hace once años hubo columnistas como Ricardo Alemán, antes de El Universal y hoy de Milenio, que hacía pedazos con su pluma a López Obrador para beneplácito de los simpatizantes del PAN y de Calderón Hinojosa.
En la otra esquina el conductor Víctor Trujillo, mejor conocido como “Brozo”, no disimulaba su afinidad con “El Peje” a través de su espacio en Televisa.
El periodismo estaba polarizado como nunca. Federico Arreola, director de Milenio, tuvo que renunciar al apoyar abiertamente al candidato de la izquierda como lo hace hasta la fecha, al fundar el portal de noticias SDP (conocido como Sendero Del Peje), cuyo 50 por ciento de las acciones acaban de ser compradas por Televisa.
Con este movimiento financiero parecería que Azcárraga Jean no quiere estar alejado de López Obrador, como su filial de Monterrey lo hizo con “El Bronco” en 2015 al grado de quedarse sin jugosa pauta publicitaria que tuvo, sobre todo, con los dos últimos gobernadores del PRI: Natividad Gonzáles Parás y Rodrigo Medina de la Cruz.
Pero volviendo a los periodistas que abierta, despistada o mesuradamente apoyarán a tal o cual candidato presidencial en 2018: ¿estarán cometiendo un pecado o faltando a la ética profesional?
Seguramente no, pero quedarán marcados como siempre ha pasado. Hay quienes no olvidan los artículos de Armando Fuentes Aguirre “Catón”, columnista de alcance nacional, entregado a los brazos de cada uno de los candidatos presidenciales del PRI y de Humberto Moreira, en su etapa de aspirante a la gubernatura de Coahuila.
Igual a favor de Rodríguez Calderón en Nuevo León, cuando su olfato de hombre intelectual y de colmillo largo y retorcido olfateó que por primera vez en México los partidos políticos tradicionales iban a sucumbir ante una propuesta independiente.
¿Habrá un comunicador que se atreva a partir de este momento, de manera honesta y sin que el dinero lo obligue, a ensalzar a López Obrador, a Margarita Zavala, a Ricardo Anaya, a Miguel Angel Osorio Chong o cualquiera de quienes sean candidatos?
O denostarlos simplemente porque es contrario a su ideología y sin sustento curricular. O peor: por defender los intereses de sus patrones. Ejemplo: las televisoras privadas de Nuevo León que buscaron impedir la victoria de “El Bronco”.
Sobre Margarita Zavala se puede escribir objetivamente que Felipe Calderón busca su reelección a través de ella, es irrefutable, y tratar de vender lo contrario es como quererle ver la cara de estúpidos a los mexicanos.
Esto lo escribo con el riesgo de perder la amistad de amigos panistas que están incrustados en la precampaña de la señora. Pero me protejo en el libre de derecho de opinar, consciente además que no sería la primera vez que pierdo o se alejan viejas o nuevas amistades blanquizales.
Sobre Ricardo Anaya he escrito que antes de aprobar las candidaturas de Veracruz y Tamaulipas me parecía “el chico maravilla” con capa azul y traje blanco, y muy presidenciable. Pero confirmé que el PAN, con esos personajes ahora gobernadores, buscaba ganar a toda costa, sin importar años militancia y carrera pulcra.
Prueba es que las dos entidades arden con la violencia incontrolada del crimen organizado; con mas muertos, combates, cobro de piso y secuestros que en las pasadas administraciones. Y que en los primeros meses bajo gobiernos panistas deben mucho a quienes votaron por ellos, a quienes les penetraron la mente con una campaña de spots que cumplió su objetivo.
De los aspirantes del PRI como Osorio Chong, Meade, Nuño o Beltrones no hay que gastar tiempo. Ese partido va que vuela para tercer o cuatro lugar en 2018 con quien sea el candidato: huele a muerto a 14 meses de las elecciones.
Insisto que un bloque independiente, con un acuerdo político nacional entre quienes aspiran, sería el contrapeso perfecto para intentar tropezar la cabalgata de López Obrador que avanza como locomotora sin frenos.
Aunque parezca poco probable por los egos que se cargan cada uno, Slim, Clouthier, Castañeda, Alvarez Icaza, Dresnner, Ruffo, De la Fuente, Dresser, Ferriz de Con y “El Bronco”, juntos serían un platillo electoral apetecible, faltando solamente saber el método para elegir quién iría en la boleta.
De todo se valdrá para subirle temperatura al horno prelectoral en los próximos meses y, seguro empeorará, cuando se arranque la primera hoja del calendario 2018. Y sólo aquellos pocos periodistas valientes, libres y con amor por México, se atreverán a despojarse del guante que esconde la marca indeleble de por quién votarán.
A dejar la pluma a un lado por una causa patriótica que valdrá la pena. Como hubo quienes en la guerra de la exYugoslavia (1991-1995) se olvidaron del periodismo y tomaron un fusil para defender la causa de los mas débiles.
twitter: @hhjimenez