Garfield demuestra, una vez más, que es mucho más divertido en la tira del periódico que en el cine.
De cualquier manera, es un personaje bien identificado con la niñez y parece que los productores están obligados a explotarlo.
En esta ocasión el felino perezoso que adora la lasaña recuerda sus orígenes como gato callejero, hasta que es rescatado por su dueño, que le da una buena vida junto al paciente perro Odie.
Un día, aparece Vic, el padre de Garfield, en forma de minino vago que lo involucra para que den un golpe arriesgadísimo, en una lechería, para saldar una deuda que el viejo mañoso ha contraído.
De esta forma se van presentando aventuras de los animales que demuestran que, en unidad y con la familia compacta, son imbatibles.
Buena, divertida, pero olvidable.
(PG. Orientación de los padres)
@LucianoCamposG